El aparato de comunicación del Gobierno trastabilló feamente el fin de semana con la información sobre la salud del presidente Morales. En principio se informó que la internación del primer mandatario obedecía a un control médico de rutina. Nadie pudo explicar después por qué tuvieron que llevarlo de urgencia y en un sábado a la clínica “Los Olivos”, de Cochabamba, donde algunas fuentes del MAS deslizaron que se trataba de un problema cardiaco.
Evo Morales fue dado de alta por la noche y los voceros se encargaron de aclarar que, tras el chequeo, el jefazo había quedado en perfecto estado. Cómo explicar entonces, que el presidente necesite tomarse todo el domingo para reposar, como se informó ayer por la tarde. El médico Mauricio García Linera, hermano del vicepresidente, fue quien atendió a Evo Morales y confirmó que se trataba de un asunto coronario. Su hermano Álvaro dio más detalles: “El cuerpo no aguanta, son seis años de vivir así, el mismo ritmo desde el 2006 hasta ahora y cualquier máquina tiene sus problemas”. Con tantas noticias sobre salud que circulan últimamente en el mundo, los voceros del Gobierno deberían tener más precaución a la hora de informar.
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