Tal como estaba previsto, el presidente Evo Morales, que también se mantiene desde hace años como presidente de los productores de hojas de coca de Chapare, se reunió este sábado en Ivirgarzama con las seis federaciones del trópico de Cochabamba, a fin de que los cocaleros ‘evalúen’ la gestión gubernamental.
Al margen de su defensa de los ministros cuestionados ante el grave escándalo generado por el destape de una extensa red extorsiva y de la presentación de varias demandas específicas por parte de los cocaleros, por parte del primer mandatario se agregó en el cónclave una extensa reseña de los ‘logros y avances’ gubernamentales, amén de otras acostumbradas alusiones al ‘imperio’ y hierbas conexas.
Al margen de su defensa de los ministros cuestionados ante el grave escándalo generado por el destape de una extensa red extorsiva y de la presentación de varias demandas específicas por parte de los cocaleros, por parte del primer mandatario se agregó en el cónclave una extensa reseña de los ‘logros y avances’ gubernamentales, amén de otras acostumbradas alusiones al ‘imperio’ y hierbas conexas.
La sensación que le queda a la ciudadanía inerme que no tiene mayormente nada que ver con los afiliados a las asociaciones de productores de coca de esa región es que esa minúscula minoría es la que realmente manda en el país. Es un hecho que la agenda boliviana del momento la marcan esos personajes que, por decir lo menos, están envueltos en una hoja de misterio tan recóndita como el origen de la misma hoja de coca. Algunos deben ser muy honestos, otros muy trabajadores, pero seguramente hay también grupos en ese sector que podrían estar dedicados a actividades cuestionables. No en vano la comunidad internacional ha venido señalando desde hace años que más del 80% de la producción de coca de Chapare se dedica a la producción de cocaína. Así se lo ha expresado de forma reiterada.
Pero al final y en el resumen global, la influencia de este sector sobre las acciones gubernamentales del propio Morales resulta ser determinante. Ante sus colegas cocaleros el mandatario somete sus acciones en el ejercicio del mando y de esos mismos cocaleros oye criterios que le proponen acciones concretas para el cercano futuro. Así están las cosas. He aquí que 43.000 personas marcan el rumbo de 11 millones de bolivianos. Insólito pero innegable. Los llamados ‘movimientos sociales’ y otras agrupaciones políticas del Movimiento Al Socialismo está visto que solo sirven de frente decorativo, como fachada de una presunta pluralidad plagada de demagogia formal, pero con muy poco de contenido real. La verdadera escena de poder en Bolivia transcurre en el ámbito privilegiado de los cocaleros, hoy por hoy –reiteramos– los dueños de la agenda del país. Así estamos… (editorial de El Deber, SC)
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