Alvaro Riveros Tejada inspirado aparece, con patética expresión en su:
Divorcio a la potosina
Ni en sus momentos más férvidos de creatividad literaria Mario Puzo, conocido como el literato de la mafia, especialmente por su obra maestra “El Padrino”, habría podido crear una escena de tanto realismo, como la del asesinato del Ing. Jorge O´Connor. Mucho menos el proceso de divorcio que devino a este escándalo, protagonizado por don Santos Ramírez, orientado a cargar sobre los hombros de su flamante esposa todo el peso de ese “petrocrimen”.
Fruto de una noche de insomnio e inspirado por una visión de amautas y achachilas, ante la disyuntiva de servir a su patria o a los intereses de su novel pareja, decide optar por lo primero y, mediante un hábil juego de interpretación mesiánica, cambia los términos de la antigua fórmula de compromiso matrimonial cristiano, empeñada por él en su reciente matrimonio: “Hasta que la muerte nos separe” por aquella de: “Hasta que la muerte del empresario nos separe”.
Bajo ese furioso sincretismo en el que está embarcado este gobierno, exacerbado por su forma sui generis de administrar el Estado, ha decidido realizar a nombre de Dios y del diablo todos los actos repudiables de los anteriores regímenes, bajo el justificativo de hacerlo en representación del 54% de ciudadanos que votaron por ellos y utilizando la muletilla del “Ama Sua” “Ama llulla” y “Ama Kella” como escudo racial frente al neoliberalismo expoliador y corrupto.
Esa forma de discernimiento trata también de ser utilizada en las relaciones personales y hasta en la propia familia. “Lo que Dios ate en el cielo, que no lo desate el hombre en la tierra” “Salvo que sea Santos”, acotan los masistas.
Una de las características inconfundibles de los gobiernos totalitarios y con fuerte raigambre por el culto a la personalidad, léase: Stalin, Pol Pot, Mugabe, Chauchescu etc. es el celo por el poder y la excesiva porosidad al chisme y la intriga. Santos Ramírez, el hombre en quien más confiaba Evo, como fundador y creador del “instrumento masista” no solo fue dotado de una multimillonaria suma de dinero para que haga y deshaga en YPFB, fue liberado de todo control social por decreto; es más, se le permitió cubrirse las espaldas permitiéndole que nombre en los cargos de control a su gestión a sus más estrechos secuaces como: Guillermo Aruquipa, Superintendente de Hidrocarburos; y Sául Ávalos, Ministro de Hidrocarburos.
Dichas gabelas, sin precedentes en la historia político institucional de Bolivia, hicieron de Santos un seguro sucesor al trono y, por ende, uno de los blancos más apetecidos por los maledicientes cortesanos que veían en su presencia un serio competidor y un óbice para sus propósitos. Es más, cuando nuestro audaz delfín decidió matrimoniarse para dar más seriedad a la futura figura presidencial, provocó la furia de la corte de solteros, misóginos y toda suerte de demonios súcubos e incubos que se apresuraron a determinar su abrupto fin y el de su matrimonio, a través de un curioso divorcio a la potosina.
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