Bolivia es el tercer país del mundo en producción de coca y cocaína, con perspectivas de ser el segundo. Y está peleando por ser el primer productor de marihuana del planeta.
Mientras tanto, el Fraser Institute de Canadá ha puesto a Bolivia en el antepenúltimo lugar de la lista de los países preferidos por los inversionistas.
Per capita somos seguramente el primer país del mundo en ‘exportación’ de niños. Es nuestra única exportación con valor agregado. Todo lo demás es materia prima.
Como hemos expulsado a la DEA y hemos denunciado el Convenio de Viena de lucha contra los estupefacientes, cientos de narcotraficantes han elegido Bolivia como su nuevo territorio, como su paraíso.
En cambio, como desde 2006 no somos capaces de elaborar la nueva ley de inversiones, la ley de minería y la ley de hidrocarburos, las inversiones del sector legal no llegan.
Llegan los malos, pero no los buenos.
Quizá el Gobierno entiende al revés lo que tiene que ser su rol en el país y ha decidido tomar medidas que, de repente sin quererlo, solo apoyan al sector ilegal.
Los dueños de autos introducidos de contrabando reciben facilidades para el pago de los impuestos, con el aval del Estado. Los bolivianos que, en cambio, compran vehículos como la gente, no tienen ventajas financieras con el aval del Estado para pagar los impuestos.
Los exportadores de coca hacia Argentina no pagan ni impuestos ni aranceles. Los exportadores de azúcar se las tienen que ver con un sistema perverso, que les aplica sanciones, les prohíbe exportaciones, que les amenaza con quitarles las tierras.
Si los exportadores de hoja de coca se exceden en sus ventas, provocan un déficit interno que se resuelve extendiendo más todavía el horizonte de los cocales.
¿Alguien podrá hacer que el Gobierno entienda estas contracciones sin temor a ser tildado de enemigo, sin que se lo margine de los medios de comunicación?
Mientras tanto, el Fraser Institute de Canadá ha puesto a Bolivia en el antepenúltimo lugar de la lista de los países preferidos por los inversionistas.
Per capita somos seguramente el primer país del mundo en ‘exportación’ de niños. Es nuestra única exportación con valor agregado. Todo lo demás es materia prima.
Como hemos expulsado a la DEA y hemos denunciado el Convenio de Viena de lucha contra los estupefacientes, cientos de narcotraficantes han elegido Bolivia como su nuevo territorio, como su paraíso.
En cambio, como desde 2006 no somos capaces de elaborar la nueva ley de inversiones, la ley de minería y la ley de hidrocarburos, las inversiones del sector legal no llegan.
Llegan los malos, pero no los buenos.
Quizá el Gobierno entiende al revés lo que tiene que ser su rol en el país y ha decidido tomar medidas que, de repente sin quererlo, solo apoyan al sector ilegal.
Los dueños de autos introducidos de contrabando reciben facilidades para el pago de los impuestos, con el aval del Estado. Los bolivianos que, en cambio, compran vehículos como la gente, no tienen ventajas financieras con el aval del Estado para pagar los impuestos.
Los exportadores de coca hacia Argentina no pagan ni impuestos ni aranceles. Los exportadores de azúcar se las tienen que ver con un sistema perverso, que les aplica sanciones, les prohíbe exportaciones, que les amenaza con quitarles las tierras.
Si los exportadores de hoja de coca se exceden en sus ventas, provocan un déficit interno que se resuelve extendiendo más todavía el horizonte de los cocales.
¿Alguien podrá hacer que el Gobierno entienda estas contracciones sin temor a ser tildado de enemigo, sin que se lo margine de los medios de comunicación?
* Periodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario