E l acuerdo marco propuesto a los Estados Unidos por la cancillería boliviana forma parte de la política “gatopardista” que practica el gobierno de la Plaza Murillo. Muchos de mis ilustrados lectores recordarán la novela-película El Gatopardo, de Giuseppe Tomasini di Lampedusa, en la que el personaje central enseñaba a su joven sobrino que sus ilusiones de cambiarlo todo, terminarían en que nada cambie. Así ocurre con la diplomacia gatopardista plurinacional del presidente Evo Morales, que expulsó al embajador estadounidense Goldberg y a la DEA, con lo que intentó cambiar las reglas de juego internacional con el país del norte y, a fin de cuentas, no cambió nada pues ahora el canciller Choquehuanca lanza un ensayo de acuerdo marco para tantear el restablecimiento de las relaciones plenas con Washington.
Es de suponer que tenga en cuenta que no han cambiado las reglas del juego internacional, uno de cuyos principios fundamentales es la reciprocidad. Es decir, que si Bolivia expulsó al embajador Goldberg y a la DEA, tratando de sabotear la política estadounidense, O.K.: Washington no perdió ni un minuto del sueño hegemónico mundial. Y si ahora Bolivia trata de activar un acuerdo marco, también OK. Si resulta, se intercambiarán embajadores por ambas partes. Y aquí no pasó nada.
Entre los usos y costumbres diplomáticos de la mayoría de los países políticamente evolucionados, consiste en disimular los agravios si es que todavía queda alguna esperanza de llegar algún arreglo conveniente. Para los EEUU, Bolivia es una pulga en el mapa de las Américas. Sin embargo, para Bolivia, las relaciones con Estados Unidos son de capital importancia. La prueba es que, una vez expulsado el embajador y la DEA, Washington sigue ofreciendo ventajas comerciales a los países amigos, ya no por medio de las ventajas arancelarias condicionadas a la lucha antidroga, sino en otra fase de relación con los países amigos que es la zona de libre comercio, de la que Bolivia ha quedado excluida, mientras no corrija su hostilidad con el país del norte.
La comedia diplomática del acuerdo marco es, además, una operación distractiva del gobierno, al alcance del más novel de los subtenientes de infantería, y que consiste en aparentar un operativo frontal cuando todo está preparado para atacar por la retaguardia desguarnecida. Y al Departamento de Estado no le pillan con ningún flanco desguarnecido.
Y si Bolivia rechaza la presencia de la DEA, también OK: la DEA seguirá operando quiera o no quiera el gobierno boliviano. Ya se encargarán los agentes antidroga de encontrar entre los papeles del narco-exgeneral René Sanabria nuevas conexiones bolivianas con el negocio maldito por más que el Sr. presidente y su vicepresidente digan que la DEA nunca volverá a Bolivia: “Nunca digas jamás”, enseña el viejo aforismo.
Por su lado, la primera iniciativa de la cancillería ha sido nombrar unas comisiones que analicen el acuerdo marco: OK. Aunque es sabido que la mejor manera de diluir problema, es remitirlo a comisiones que lo hagan olvidar. O sirvan - como se dice más arriba – para mantener distraída a la población que ve disminuir las exportaciones de textiles y otros bienes no tradicionales al mercado más grande del mundo.
Este es el Observador desde Suecia hacia el mundo. Un Vigilante de la libertad humana. El Vigía por los derechos del hombre, la preservación del medio ambiente, la paz universal.
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martes, 15 de noviembre de 2011
Felicitaciones padre Gramunt. qué claridad y qué acierto en el análisis de las relaciones Bolivia + USA. mientras que para nosotros es asunto de vida o muerte, al Imperio no se le mueve un pelo y sigue con la misma política internacional. por más que grite Evo, que despotrique Alvaro el Departamento de Estado, está sin inmutarse
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