No se puede dar otro calificativo que agresión a lo que los autodenominados “movimientos sociales” —que muchas veces no se sabe a quiénes representan— cometieron en contra de la Iglesia Católica, el martes, en la zona de Villa Ingenio, en El Alto, cuando vecinos “insultaron y amenazaron con dinamita” si no se permitía demoler la capilla Señor de la Cruz en la parroquia Cristo Redentor, bajo el pretexto de instalar en esos predios una posta sanitaria.
El derrumbe de los muros de la capilla se produjo utilizando maquinaria de la Alcaldía de El Alto, lo que deja a la vista que no se trató de un reclamo improvisado o por voluntad inesperada de la junta vecinal, sino que fue una acción meditada, preparada, que decidió apropiarse de los 1.400 metros cuadrados de aquel recinto. Allí fue donde, en octubre del 2003, se realizó la autopsia a 17 cadáveres que cayeron en la denominada “guerra del gas”. Tenía, por tanto, hasta un carácter emblemático de las luchas sociales de los alteños.
Otro dato clave: a dos cuadras del lugar destruido existe hoy una posta sanitaria, lo que indica claramente que la ocupación y destrucción del predio no se justificaba y que escondía móviles de otra naturaleza. La infraestructura de la capilla Señor de la Cruz había sido construida hace 25 años con los aportes de los vecinos. ¿Cuál será el criterio de los vecinos hoy? ¿Qué dirían las mismas personas que vieron cómo, con esfuerzo, se iba alzando un templo para ellos? ¿Serían consultados para la demolición o se obraría a sus espaldas? Porque, según se sabe, ha sido la junta de vecinos de Villa Ingenio la que, curiosamente, tomó la decisión de destruir lo construido hace tantos años.
El Obispado de El Alto ha rechazado y denunciado el atropello que sufrió el párroco del templo, Hilarión Pérez, quien fue obligado a firmar una autorización para que se procediera a demoler. El método, como se ve, responde a la manera en que últimamente se conducen las cosas en Bolivia, es decir, mediante la coacción o la violencia. Porque no es otra cosa lo sucedido en las últimas horas en El Alto, donde se anuncian, además, nuevas tomas de propiedades de la Iglesia Católica para fines no siempre convincentes y que más parecen obedecer a intereses políticos.
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