En una vieja celda de la cárcel para mujeres de San Sebastián, la Sra. Victoria Calderón pasó la noche buena. Su delito, estar al frente del Lloyd Aéreo Boliviano. La razón, el pago exigido por un extrabajador a la empresa que no pudo ser cancelado en su totalidad, dadas las circunstancias por todos conocidas. Lo más infame, la forma cómo la encarcelaron: citada en la ciudad de La Paz para fines conciliatorios con la parte demandante, al puro estilo de antiguas dictaduras la esposaron, la secuestraron y la llevaron a Cochabamba como si se tratase de un delincuente común. Y como la justicia boliviana es absolutamente ciega y por demás corrupta, los hilos han sido movidos certeramente para cerciorarse que, pese a su edad y problemas de salud, permanezca privada de su libertad hasta el sol de hoy. Mientras tanto, los verdaderos y reales deudores, siguen solaces disfrutando de su mal habida fortuna sin que poco les importe que una persona inocente pague por sus culpas y deudas. La rapidez de la justicia boliviana es pasmosa cuando hay intereses de por medio. ¿Por qué hace seis años atrás no se hizo lo mismo con Asbún y sus secuaces ante el justo reclamo de los trabajadores? ¿Alguna autoridad se tomó o se ha tomado la molestia de investigar qué pasó con el dinero de los trabajadores que, habiendo sido descontado de sus haberes, no fue para pagar impuestos, AFP’s y Caja Petrolera? ¿Por qué se encarcela a la actual gerente y en su oportunidad se hicieron los de la vista gorda ante Asbún y compañía?
Este 2 de febrero serán seis años que comenzó la agonía de una de las empresas más importantes del país. Ante la indolencia del Gobierno y demás autoridades, la sordera se impuso, incapaz de prestar atención a los reclamos de sus trabajadores. De nada sirvió presentar documentos y papeles que ponían al descubierto el saqueo contínuo y la corrupción. De nada sirvió que los trabajadores estuvieran impagos por meses mientras los administradores mantenían su alto estilo de vida, totalmente inclementes ante la situación. De nada sirvió que se suicidase el hijo de un trabajador ante la acuciante situación, ni las familias que tuvieron que desmembrarse gracias al dolo administrativo. Primó el contubernio, los intereses malsanos y privados; primo la cuota de poder y la compra de curules, hechos en su oportunidad. ¡Les importó un bledo el trato dado a la clase trabajadora que tanto dicen defender y representar! No contentos con ello, les valió un soberano pepino el grave problema que significaba para el país el perder vías importantes de transporte aéreo así como las miles de familias que, directa o indirectamente, vivían del Lloyd. Con impotencia lacerante, se observó cómo los delincuentes de cuello blanco -que pululan y abundan en el país- una vez más se salían con la suya bajo el amparo gubernamental. Y con más impotencia y rabia, se les escuchó manifestar que no cargarían con la deuda, permitiendo que el principal responsable saliese del país. Más lamentable aún fue constatar que, de la agonía del Lloyd, mucho buitre sacó partido y otros se mantienen dando vueltas a su alrededor para arrancar su parte. Hacen alarde de sus años de servicio y, sin embargo, con absoluta indiferencia ante los compañeros que aún quedan y tratan con uñas y dientes de mantenerla, cuidan sólo de sus intereses llevando a situaciones tan lamentables como las que vive la Sra. Calderón. Olvidan que, al igual, hay más de mil extrabajadores que tienen también derecho al pago de sus haberes y beneficios, otra cosa es su consideración por la empresa que, alguna vez, les dio de comer. Es hora que los cochabambinos y los bolivianos en general, digan basta al latrocinio y la impunidad. Se debe exigir poner en libertad a la Sra. Calderón y que se haga todo lo necesario para llevar tras las rejas a Asbún y sus secuaces para que asuman sus deudas.
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