Constituyente la manzana de la discordia
Victor Paz Estenssoro indiscutible conocedor de la historia y la política boliviana sintió siempre inquietud por reformar la Constitución, “un oculto temor a las reacciones que podrían producir los cambios”, por lo que en ninguna de sus presidencias quizo convocar, ni siquiera discutir la posibilidad de una Constituyente. Es que su indudable visión de país que caracterizó sus discutidos y a veces contradictorios actos políticos, le dictaba que la Nación no estaba suficientemente madura para asumir los cambios que se operaron a partir de Abril del 1952.
A esta altura de los acontecimientos se está llegando a la comprobación de ser la Constituyente la manzana de la discordia en una larga lista de cuestiones que como temía Paz Estenssoro, la Nación no puede asumir. Vamos a nombrar y glosar rápidamente los puntos más controvertidos: La capitalía. Varios intelectuales como Alfonso Gumucio se han pronunciado por hacer justicia a lo establecido en el Acta de Fundación, que Sucre es la capital de la República. Poco a poco va cundiendo la voluntad de trasladar a Sucre los tres poderes del Estado, aspecto controversial que provocaría una violenta reacción de La Paz que lucharía por seguir siendo sede del Ejecutivo y del Legislativo. Por tanto no tocar el tema.
Las Fuerzas Armadas. Las propuestas que figuran en la comisión de Defensa y Policía, inspiradas en un rediseño del ejército y los carabineros restándoles zonas de influencia y sometiéndolas a un nuevo ordenamiento, han provocado de inmediato firmes reacciones de los uniformados, que han expresado su voluntad de no permitir que el tema sea discutido. Las autonomías. Desde luego una, la primera referida a las universidades y debido a las demostraciones de fuerza que han expresado alumnos y profesores de las universidades del país, el tema no se toca. Han conseguido tras sendas marchas y protestas, la promesa de la Constituyente de que el tema no será tocado. Las autonomías departamentales serán defendidas a brazo partido, puesto que no se acepta un redibujar la geografía política diferente al que existe desde la Fundación. Bolivia dividida y regida desde nueve departamentos y éstos en sus provincias tradicionales. Asunto sensible, que provocaría enfrentamientos de tinte regionalista mezclado con ingredientes de todo tipo que podría conducir a una guerra civil que nadie desea, menos aún las fuerzas armadas que ya anticiparon señales de humo que se tienen que descodificar y entender por la paz nacional.
El criterio legítimo de reafirmar Bolivia bajo los principios que figuran en la CPE vigente de soberanía, dignidad, solidaridad, armonía y equidad en el aprovechamiento de los recursos naturales, y el respeto de las características culturales e idiomáticas de las agrupaciones originarias debe ceder el paso a su vigencia según usos y costumbres en tanto no afecte al bien común, que como se sabe es el tesoro más preciado de una nación. Para qué siquiera mencionar los otros temas sobre religión, educación, propiedad privada, seguridad jurídica que tampoco deberían tocarse porque sería hurgar el avispero y conseguir que millones de agujas ponzoñosas (para mayor claridad con todos sus sinónimos, venenosas, dañinas, nocivas y letalmente perjudiciales) produzcan efectos insospechados, de ahí que muchos pensadores cuyo patriotismo e imparcialidad no se puede poner en duda, ya se han pronunciado sobre la inconveniencia e inoportunidad de continuar con la escenificación de una Asamblea cuyos protagonistas se han gastado los menguados recursos del Tesoro de la Nación y no contentos con su improductividad e ineficacia, están repitiendo el plato del banquete que ha durado 12 por otros cinco meses más.
“En el mapa de Bolivia, Sucre está en un lugar central, tanto en altitud como en términos geopolíticos. Es una ciudad equidistante de los principales centros urbanos del país y está asentada en los valles, a una saludable altitud de 2.800 metros sobre el nivel del mar. Es una ciudad bonita, muy cuidada en los últimos años, y ostenta con orgullo la declaración de Patrimonio de la Humanidad que otorga la UNESCO. Está a menos de tres horas de Potosí, que es la otra ciudad única de Bolivia que ha merecido esa distinción. –sostiene con claridad meridiana Gumucio y agrega- Se argumenta que Sucre no tiene suficiente infraestructura, que el aeropuerto es muy pequeño, que su capacidad hotelera es limitada, etc… Pero obviamente que eso cambiaría si la sede de gobierno regresa a donde corresponde, pues se generarían recursos para ello. El argumento de que “no hay recursos” o de que “tomaría mucho tiempo” es una falacia que esconde la argucia de postergar para siempre el tema.”
Aunque el autor propone comenzar con un cronograma de 10 a 15 años, insiste en tomar la decisión política que nadie querrá asumir so peligro de despertar viejos resentimientos a que no ha lugar. Estamos de acuerdo en que todos los regionalismos son malos sectarios, pacatos estrechos y chauvinistas, son los peores enemigos de la Nación, por lo que si Gumucio considera que no debería ser problemático cambiar la sede de gobierno, “aunque para ello se necesitan pantalones”, nosotros pensamos que no es el momento. No antes de un generoso acuerdo, no necesariamente en el seno de una Constituyente para establecer bases científicas y económicas que hagan un día posible tal cambio.
“Pero nunca olvidemos que Sucre ha sido la capital desde la creación de la República y le corresponde la sede de gobierno. Cualquier otra cosa, es un acto de injusticia histórica y de acaparamiento regionalista del poder.” Es su conclusión final, mientras que Cayo Salinas adelanta que “no debemos temer decir lo que pensamos respecto a la Constituyente, ni creer que aquellos que la han situado como el último eslabón capaz de salvar la Patria.” De nuevo la convergencia que en lugar de ser parte de la solución la AC pasó a ser parte del problema, y las imposiciones que se pretenden dar, son la causa del fracaso de la Constituyente.
”Hoy estamos en condiciones de aseverar que la Asamblea Constituyente es una frustración, un fiasco y una constatación de que no supimos establecer las condiciones mínimas para garantizar, cuando menos, su éxito y la posibilidad de que ésta plantee a la Nación una propuesta de CPE que permita abrigar y consolidar el respeto a las libertades ciudadanas, el fortalecimiento del sistema democrático bajo el Estado Unitario con autonomías capaces de generar crecimiento y el convencimiento de que el Estado debe ser ante todo un Estado de Derecho que comience por cumplir la ley y por garantizar que aquella sea el sostén de lo que se conoce en el mundo como el Estado Social y Democrático de Derecho “ plantea a su vez Cayo Salinas y prosigue. “Nada de eso ha ocurrido. Todos han querido meter la mano en la asamblea; el gobierno que por un lado cree que todo lo puede y que las decisiones presidenciales y los caprichos de la cúpula palaciega son de obligatorio cumplimiento para los asambleístas y, por otro lado, diversos grupos de oposición que sin la fuerza y la intensidad gubernamental, también han procurado generar una influencia nada alentadora”.
Otro inteligente observador afirma: “Pero el gobierno no entiende. El gobierno no ve. Es ciego de ceguera absoluta, y no sabe que hay un proceso de fondo irreversible. Ignora, pertinaz y tercamente, la realidad de la regionalización de la política. Cree que lo que sucede en Santa Cruz es una anécdota de élites, sin saber que está enfrentado a un fenómeno brutal de desplazamiento de los ejes de la economía y, en consecuencia, de la política. No sabe que el tema de la "media luna" ya no es verso ni letra de bolero, sino más de la mitad del PIB, y la manifestación de procesos de declinación en un lado y de crecimiento en el otro. Se tapa los ojos con sus propios discursos y no quiere entender que no se puede ir en contra ruta de la historia. Y las cegueras de historia, son cegueras suicidas.”
Cayetano Llobet advierte así mismo que las conducciones cruceñas tampoco asumen la dimensión se la tarea y se sienten tentadas de cometer mayúsculos errores, como la inexplicable aocnvocatoria las Fuerza Armadas o el disparato estatuto de regular la inmigración, lo cual decimos nosotros se explica en los Estados Unidos o la Unión Europea por las connotaciones de seguridad global que implica, pero de ninguna manera dentro de una misma nación. Reproducimos ésta frase feliz del analista: “El gobierno quiere disfrazar con periplos presidenciales y charlas de amiguitos ideológicos, la ausencia absoluta de inversión y la dramática desconfianza internacional del país”.
No se crea sin embargo que son únicamente los opositores que cuestionan la Constituyente, en cuyo seno se ha disertado por ejemplo acerca del pueblo aymara, -que todos creemos es uno sólo unido- mostrando al menos cinco visiones diferentes en que está dividido, algunas fuera de tiesto, otras vigentes, todas existentes, igual cosa suce con los pueblos quéchuas, no se trata de “una nación quéchua, sino de varias naciones quéchuas” y así en una multiplicación interminable que suman a las 36 de lo plurinacional, mostrando la nuevo la utopía de su aplicación práctica. Se trata de una teoría.
Lo más controvertido, el tema de fijar en la CPE, cuatro en lugar de tres órganos del Estado. Legislativo, Ejecutivo y Judicial y el poder social”, merece nuestras reflexiones que muestran de nuevo la inviabilidad de su aplicación. Total que en lugar de ser “el hogar del hombre boliviano” donde coincidan todos en aquello que nos une y saquen a luz un nuevo cuerpo de leyes colegiado, consensuado, superado para la grandeza de la Nación, está resultando ser la AC un laboratorio masoquista donde se han concentrado las más refinadas formas de “tortura y confrontación” que pueden terminar con la disección y sangrado de la anatomía boliviana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario