Por Mauricio Aira
Otra vez y va por la quinta que el gobierno socialista de Evo Morales está atosigado por conflictos sociales en diversas regiones donde marchas y bloqueos de carreteras ponen en jaque a su Administración. El ministro Alfredo Rada ha explicado que mil trabajadores mineros fueron dispersados por la Policía cuando se dirigían portando dinamita en El Alto, en Potosí otra fracción de mineros ha cercado la ciudad, en Tarija campesinos tienen cercada Yacuiba desde hace 10 días impidiendo el transporte hacia Argentina y amenazan con cerrar las válvulas del gasoducto hacia Brasil y Argentina, sin contar las varias manifestaciones por el alza en el precio del pan de batalla, y los incidentes por autonomías que dejaron varios heridos en al menos cuatro poblaciones de Santa Cruz. A todo ello sumemos las huelgas de hambre que sostienen ex-policías a pocos pasos del Palacio Presidencial que se oponen a las propuestas de los masistas (partido político de Evo Morales) para diseccionar la Institución en media docena de unidades operativas. En suma, lo anárquico de la situación ha transtornado la vida nacional convirtiéndola en una incoherente y liosa realidad.
Lo más enredado está por llegar. El 20 se anuncia una concentración que pretende emular al millón de ciudadanos que el 2 de julio del 2006 se concentraron en Santa Cruz para ratificar las autonomías departamentales, ahora se busca clonar el modelo en El Alto para oponer un millón por la sede de Gobierno en La Paz, frente al millón de Santa Cruz, aunque con una motivación muy diferente. Se pretende mostrar que tanto apoyo tiene la autonomía, como la permanencia de los poderes Legislativo y Presidencial en La Paz. Qué paceño puede haber que no apoye el asunto, o qué cruceño que esté en contra de las autonomías, por más que se maniobre y enturbie el tema introduciendo un enredado maridaje de autonomías provinciales, regionales y hasta cantonales, todo con tal de quitarle la bandera a Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando que juntas hacen el 70% del territorio y más del 60% de la economía boliviana.
A su vez el 25 de julio Sucre planea reunir miles de manifestantes que estén de acuerdo en trasladar Congreso y Presidencia lo que motivará el apoyo de todos los departamentos menos La Paz, siguiendo el juego que ha pretendido el MAS desde que impusiera la Constituyente que consiste en polarizar las posiciones, embrollando todavía más el ya de por sí enrevesado existir de los bolivianos. Jamás debió haberse llegado al extremo de enfrentar a unos bolivianos con otros, de hurgar el avispero de asuntos que entrañan controversia, confrontación cual si el mismo Maquiavelo hubiese encontrado la fórmula más fácil de partir en dos la República de Bolivia. (el fin supremo es conseguir y mantener el poder más que proteger la paz y las libertades alcanzadas) De modo que para montar el potro y sujetarse sobre sus lomos, todo estaría justificado.
Un otro ingrediente se ha sumado al momento de transtorno que vive la Constituyente y es que salió a flote el tema de la reelección y se oficializó por medio de la comisión respectiva que Evo Morales podrá ser reelecto modificando el texto de la CPE que no lo permite de manera continuada sino después de un período constitucional. “El MAS insiste en esa intención de reemplazar la democracia en Bolivia por un sistema político totalitario, insiste en la propuesta de la reelección al infinitum, al estilo cubano o venezolano que puede causar graves daños a la democracia, junto a la instauración de un cuarto poder”, ha comentado José Antonio Aruquipa del frente opositor Podemos, mientras que el analista Antonio Chazal afirmó: “el planteamiento ha debilitado la posición del MAS en cuanto a perder credibilidad, pués le acusan de haber puesto en marcha la Constituyente sólo para buscar la reelección de Evo. Pienso que la Asamblea no es sólo para la reelección sino un elemento de crítica que le ha restado fuerza. Estratégicamente no fue bien planteado”.
Si a lo anterior añadimos el alza de los precios del pan y otros alimentos, la carestía de gas y gasolina, el aumento de la delincuencia y la inestabilidad que motivó la recomendación de una decena de países de no viajar a Bolivia o de hacerlo con las máximas precauciones tenemos que la tensión que se vive en medio de un incoherente estado de cosas no ayuda ciertamente al clima de paz y de concordia que necesita la Nación para afrontar serenamente el período de cambio para labrar un futuro mejor.
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