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martes, 31 de julio de 2012

cómo negar que somos mestizos. no hay absolutamente nada de malo. aunque si todos o la gran mayoría somos mestizos dónde y cuántos son los realmente originarios? M.Rueda


Menudo el problema que se le crea a un país cuando sus semáforos (constitucionales, legales y reglamentarios) irradian luces etnocentristas con policromía adversa a visión única de país. A ésa que impera en casi todos los Estados del mundo, donde no importa para nada el color de la piel, el diseño del cráneo, la textura del pelo ni el bagaje lingüístico-cultural que acompañe a estas intrascendentes singularidades.
Si lo étnico-cultural le marca el rumbo, es casi siempre inevitable que el Estado, con las pupilas alteradas por la multicolor refracción de aquella tendencia, ande de tumbo en tumbo, en medio del fragor de una serie de conflictos entre parcialidades alentadas a hacer prevaler su pertenencia racial afirmadas en el territorialismo. En muchos casos, terminan inclusive enseñándoles los puños al propio Gobierno, cuando éste deja de hacer eso o incurre en acciones contrapuestas a ello…
Sobre todo a partir del presente año, la cuestión étnico-cultural, sacralizada por la actual Carta Magna y reglamentada por varias leyes, da lugar a una serie de encontrones entre comunidades indígenas y el Gobierno. Algunos de estos entreveros derivan a choques domésticos por el mando de la parcialidad, mientras otros, como el caso del Tipnis, parecen encaminarse a una “guerra intercomunitaria” entre pueblos indígenas que defiendan a ultranza la integridad del bagaje ecológico-ambiental del Isiboro Sécure y otros que no.
Lo del próximo Censo Nacional se inscribe igualmente en una visión etnocentrista que más perjudica que beneficia al país. De las preguntas de la boleta censal fue eliminado el termino “mestizo”, el cual provoca derrame biliar en cierta gente del Gobierno.
El mestizaje comenzó en lo que hoy es Bolivia con la llegada de los españoles al entonces Kollasuyo. Como no traían mujeres, estaban obligados a convivir con mujeres indígenas. Durante la colonia, en Potosí, La Paz, Oruro y otras ciudades del altiplano y los valles occidentales (Cochabamba, sobre todo) el mestizaje fue el signo distintivo de todos los barrios populares, fenómeno que se aceleró a partir de los años 60 del siglo pasado, con la creciente migración campo-ciudad, acreditándose significativos repuntes, inclusive en regiones como las de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija.
Hoy, la cuota parte del mestizaje en la demografía nacional debe superar el 65 por ciento. Es altamente probable que lo estrictamente indígena cultural se reduzca a un 45 por ciento, cifra que algunos analistas, de todos modos, consideran exagerada.
De todos modos, tras el próximo Censo, no tendremos dato ilustrativo alguno al respecto. Solo el relativo a que una aplastante mayoría demográfica se catalogó como racialmente indígena u “originaria”, porque el registrador, fiel a las directrices de la respectiva boleta, en sus preguntas no hizo alusión alguna al ahora tan repudiado término de “mestizo”.
El autor es periodista

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