El histriónico mandatario venezolano ha dicho que “quien no es chavista no es venezolano” en un acto militar, y ante la crítica desatada uno de sus parlamentarios no ha tenido empacho en afirmar que la “Fuerza Armada Nacional Bolivariana (o sea, las FFAA de ese país) es chavista y nos sentimos orgullosos de ello porque el chavismo es del pueblo venezolano”.
Se trata de dos afirmaciones que muestran o un grave deterioro mental o un también grave culto a la personalidad lo que, como se sabe, sólo pueden desembocar en sistemas autocráticos, conculcadores de todo atisbo de disidencia, que se basan en la exaltación del caudillo y en el creciente uso de la fuerza para su sostenimiento.
Además, dados los delirios expansionistas de este mandatario, no puede pasar desapercibida la denuncia que ha hecho la Ministra de Defensa de Paraguay en sentido de que el canciller venezolano intentó en Asunción presionar a los militares paraguayos a usar la fuerza para reponer al presidente Fernando Lugo en el poder; es decir, no habría tenido empacho en provocar enfrentamientos violentos que pudieran haber tenido costos de sangre.
Llegando a esos extremos, resulta intolerable que ese Gobierno intente dar lecciones de democracia a América... peor si, como ya se comentó en Los Tiempos, el mandatario venezolano también afirmó que pese a no tener prueba alguna, estaba convencido de que “el imperio” estaba detrás de los últimos conflictos sociales. Dada la declaración y el contexto en que se la hizo, no sería raro que la idea de convertir el motín policial y la marcha en defensa del Tipnis en un presunto golpe de Estado fuera de él, cuando, en un principio, las autoridades decían que la movilización policial fue sobredimensionada por los medios de comunicación.
Al parecer, estamos frente a delirios peligrosos y contagiosos.
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