Rafael Correa ya se puso la camiseta para remplazar a Hugo Chávez como líder del bloque bolivariano del ALBA.
Elegante, católico, bien parecido y con un discurso fuertemente ideologizado, Correa llegó a la Asamblea de la OEA para ratificar que es la nueva cabeza de los gobiernos de izquierda en la región.
La enfermedad del presidente venezolano empeora con el paso del tiempo y cada vez surgen más dudas sobre su capacidad, incluso, para enfrentar las elecciones presidenciales de octubre. Su mismo liderazgo político al interior del país caribeño está en duda y la pelea por la sucesión se ha desatado con virulencia. Encabeza las chances de una sucesión el canciller Nicolás Maduro que, sin embargo, no tiene perfil para reeditar el liderazgo de Chávez en la región.
Por eso, la ‘opción Correa’ es un hecho que se confirma con los cada vez más virulentos discursos que enuncia el presidente de Ecuador. La presentación en el seno de la Asamblea de la OEA fue una muestra de esta decisión estratégica avalada por Cuba, Bolivia, Nicaragua y, obviamente, el mismo entorno de Chávez.
También su ataque desmedido contra los medios de comunicación, los periodistas y la libertad de expresión. En esto Correa, y también Chávez y Morales, aparecen como contradictorios a la hora de rechazar el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Las violaciones en sus países a la libertad de prensa y la represión a disidentes políticos los deja mal parados para reclamar contra los organismos regionales.
El bloque de la ALBA está venido a menos. Su declive político es evidente y se traduce en la cada vez menor capacidad para influir en las grandes decisiones de la región.
El intento de boicot a la VI Cumbre de las Américas por la exclusión de Cuba, en mayo de este año, dejó al propio Correa en soledad. Pero mostró que es el único con capacidad para marcar la disidencia geopolítica que pretende la alianza bolivariana. La propuesta no fue seguida, ni siquiera por Evo Morales, que se mostraba como el líder más cercano a los Castro. Es que Morales ya no tiene fuelle político, ni siquiera al interior del país con los crecientes conflictos sociales y por el quiebre planteado con los indígenas de tierras bajas por el Tipnis.
El nicaragüense, Daniel Ortega, no le alcanza para este propósito, menos al cubano Raúl Castro, preocupado más por la transición al capitalismo sin apertura política que con los vaivenes políticos de América.
De esta forma, Correa ya es la punta de lanza del bloque del ALBA. Habrá qué ver cuán afilado está para el nuevo contexto político que se plantea en la región.
De esta forma, Correa ya es la punta de lanza del bloque del ALBA. Habrá qué ver cuán afilado está para el nuevo contexto político que se plantea en la región.
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