Era previsible y adelantamos el fracaso del gobierno en la Asamblea de la OEA. Y es que cuando el trabajo planificado, serio, con objetivos concretos no se hace, esperar éxitos es cosa de ilusos. Y de ilusos está repleto este gobierno. El primero entre todos, ese que se ha creído el cuento de que por ser originario se le puede permitir todo, es el iluso mayor y sobre sus ilusiones gira, según él, el mundo.
Desafía con una simplicidad el orden de las cosas, tal cual fuera un ser todopoderoso, que anda por ahí dando órdenes para terminar con el capitalismo, para acabar con los Estados Unidos, para nacionalizar todos los recursos naturales, para terminar con la OEA, para esto y para aquello, seguido por unos tristes payasitos que hacen el papel de ministrillos haciendo sí con la cabeza a toda ocurrencia de su señor.
Como este teatro ya no capta concurrencia, sus medios de comunicación van tratando de darle a sus ilusiones contenido serio y digno del debate político, buscando desesperados razones para explicar los deseos de señor de los Andes y al final terminan por confundirlo todo y enrarecerlo al punto de que nadie sabe sobre qué se está debatiendo.
¿Para qué se pide oficialmente que Bolivia sea la sede de la OEA si creen que este es un organismo que ya no tiene ningún valor?, ¿qué esperaban?
Ya no la falta sino la ausencia de credibilidad en Bolivia ante la opinión internacional, le ha permitido a Chile llegar a Bolivia, estar en el centro político de Evo Morales y dejarlo tan mal parado que el canciller chileno Moreno le ha replicado dos veces que la realidad actual “no va a cambiar”, y esa realidad a la que se refiere el canciller, es simple: no hay salida para Bolivia al mar menos con soberanía y ahora tampoco hay canje territorial.
Comparando estos resultados con la Asamblea de la OEA en 1979, podríamos decir que al final Chile se sacó la espina recibida entonces, con gran facilidad y logro el apoyo a sus tesis de la bilateralidad con amplia mayoría.
Estamos aislados, y ese es el resultado de las simplicidades de un gobierno de matones y de capataces que así como mandan en Bolivia piensan que pueden mandar al resto del mundo. No hay mucho, para hablar bien de lo que pasa en Bolivia. Brasil tuvo que dar asilo a un senador perseguido, hay otros gobernadores y ex ministros de Estado con refugio político, con juicios bastardos instruidos por Evo Morales, marchas indígenas reclamando el respeto a su territorio, tomas de minas por cooperativistas que no pagan impuestos y que se apropian del trabajo ajeno, peleas con muerte entre campesinos por ocupación de tierras, ciudadanos asesinados por actos delincuenciales promovidos por el narcotráfico, en fin todo un panorama desolador y que muestra un país donde la ley y el orden han pasado a ser valores neoliberales intolerables por quienes se creen distintos.
Son estos factores los que explican la manera frontal con la cual se ha permitido Chile enfrentar a Bolivia. La comunidad internacional no nos respeta, nos tiene conmiseración y guardia distancia prudente ante un gobierno de exabruptos inesperados.
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