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jueves, 18 de enero de 2018

no hay otra forma mejor. la Democracia sigue estando en pie y el "socialismo S.XXI" luce derrotado y acabado según editorializa El Dia de SC en relación al proceso "otro periodo más de transición"

En pleno fragor del populismo en América Latina, cuando Hugo Chávez, Lula, Correa, Fidel Castro, Kirchner y demás exponentes lucían imparables y soberbios, expandiendo sus ideas en todas direcciones, el premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa sorprendió a todos asegurando que la democracia gozaba de plena salud en el continente y que las amenazas del Socialismo del Siglo XXI eran simples tropiezos en una marcha irreversible.
Eso fue hace ocho años cuando nadie hubiera pensado en un deterioro tan prematuro de este proceso político que no ha llegado a los 20 años y que se desató precisamente cuando la renaciente democracia había ingresado en un periodo de crisis por falta de los resultados prometidos por los líderes que derrotaron a las dictaduras y que generaron grandes expectativas en la población. 
La impaciencia nos llevó del fuego a las brasas y aquello lo pueden atestiguar muy bien los países que hoy enfrentan verdaderos desbarajustes económicos, sociales y políticos, que obviamente son regresivos y amenazantes con la democracia, pero que de ninguna manera cambiarán el rumbo de la historia.
Otro que hizo una declaración sorprendente, ni bien había empezado la administración de Evo Morales en 2006, fue el reconocido politólogo boliviano Cayetano Llobet, quien afirmó que el denominado “proceso de cambio” era otro más de los periodos de transición en la traumática historia política nacional, que si bien ha extendido el tiempo de duración de los gobiernos, no consigue superar el permanente estado refundacional, que nos lleva a cambiar desde el nombre del país y todas las leyes, a ensayar uno y mil experimentos y por último, a intentar un peligroso camino marginal, alejado de cualquier precepto constitucional y democrático.
Pese a que lo de Venezuela, lo de Cuba y lo de Bolivia pueden generar pesimismo y a pesar también de que los enemigos de la democracia parecen dispuestos a todo y que los auténticos demócratas no consiguen resultados a la velocidad que lo quisieran, la mejor respuesta sobre el futuro del continente lo está dando la propia gente, que seguramente creyó y se ilusionó con las promesas de los populistas que hablaban de una profundización del proceso democrático, pero que degeneraron en errores mucho más gruesos y torpes que los gobernantes que tanto han criticado.
La reacción del ciudadano que se está viendo todos los días en las calles, de manera clara y contundente, deber ser entendida por los gobernantes como la firme convicción de que la democracia, que como decía Winston Churchill, “es el peor sistema de gobierno, con excepción de todos los demás”, puede tener tropezones, puede ser acechada por aventureros que buscan repetir viejos errores, puede progresar a paso lento, pero en definitiva, es una senda de la que no debemos apartarnos, porque lo contrario sería renunciar a la libertad y a la concordia que tanto nos costó reconquistar.
La democracia puede tener tropezones, puede ser acechada por aventureros que buscan repetir viejos errores, puede progresar a paso lento, pero en definitiva, es una senda de la que no debemos apartarnos, porque lo contrario sería renunciar a la libertad y a la concordia que tanto nos costó reconquistar.

domingo, 14 de enero de 2018

Carlos Valverde nos brinda su testimonio de lo que vio el jueves pasado en la ciudad de Santa Cruz. "que hemos perdido el miedo y estamos como en 2008" y su texto se pone vivo y contagioso. No a la eternización en el poder. No a torcer la Ley. Sí por la CPE. su lenguaje no llama a engaño.

Asistí a la marcha de las promociones y lo que vi en las caras de miles de personas me dio la sensación de que la prepotencia y desaciertos del poder nos volvieron al 2008, pleno, presente, activo.
Está claro que la gente volvió a las calles llena de coraje, decisión y queda claro que se acabó esa sensación de culpa por lo ocurrido en ese lejano septiembre de 2008 (con la toma de instituciones encabezada por infiltrados en la UJC que luego se los vio muy campantes en el MAS) y por el miedo/temor por la masacre en el Hotel Las Américas, por la impune acción extorsiva y amedrentadora del exfiscal Soza, ahora refugiado en Brasil, aparentemente impune por los crímenes cometidos en este país, que reconoció lo que denunciamos en su momento, cuando aseguramos que el poder trajo a Rózsa y que este se movió a sus anchas en el país, hasta que decidieron matarlo.
La marcha de las expromociones no solo mostró una multitud que protestaba, sino que festejaba haber roto con los miedos colectivos, dispuesta a estar en las calles para expresar sus pareceres en cuanto a lo político.
Esto no se hizo de la noche a la mañana, aunque es nuevo, ‘tierningo’, como decimos los cambas. Los muchachos de las plataformas vienen trabajando desde 2016 con el No al cambio de la Constitución para permitirle a Morales ser candidato nuevamente, pero tiene su ‘reviente’ en la decisión del saliente Tribunal Constitucional Plurinacional que declaró “la inaplicabilidad de la Constitución Política del Estado” y dictaminó la habilitación de Morales para la candidatura 2019.
La reacción de jóvenes activistas contra el fallo derivó en una movilización permanente al grito de "Bolivia dijo No”, “Santa Cruz de pie". Hubo un par de excesos, es evidente, en la protesta frente al Tribunal Electoral y la Brigada Parlamentaria, pero eso se corrigió en las diferentes acciones y en un mes. Desde fines de noviembre, la sociedad civil no militante en partidos políticos fue recuperando el brío; el pasivo Comité pro Santa Cruz tuvo que correr detrás de los jóvenes y la población (las señoras de Kuña Mbarete generaron un movimiento de activistas que tal vez ya pase el medio millón, primero a través de las redes sociales y en las calles después), bajo el riesgo de quedar desplazado. Y ahí va, el tiempo dirá qué pasa por ahí.
Lo que interesa es que la calle cruceña hierve de nuevo, está en ebullición, las miles de personas se ‘empoderaron’, saben su valor como individuos y como colectivo y esa gente ya no dejará de involucrarse. “Salimos a las calles antes de que ellos entren a nuestras casas”, decía uno de los carteles en la marcha de las expromociones y esa marea humana merece respeto y, no la agresión desubicada y soberbia. Pero, claro, el poder está desconcertado y no atina a otra cosa que a la agresión, a ver si genera violencia para justificar la represión, por lo que no debe ser pasada por alto.
Claro, si nunca fuiste carnavalero, si no estuviste en las calles en las precas, si no sabés lo que se siente estar en nuestro desordenado corso, si los tres días de jolgorio no te dejan anécdotas para recordar toda tu vida; si tus compañeros de colegio no son tus amigos de toda la vida aunque no los veás seguido; si nunca creíste en la democracia plena pluralista y solo la consideraste como un medio para alcanzar el poder y perpetuarte en él, lo más probable es que sintás el golpe de lo que está pasando en el país y te atrevás a insultar a la gente que sabe muy claramente qué es el Carnaval, pero que también sabe de democracia, que conoce la Constitución y está dispuesta a agruparse para defender en las calles su voto, la vigencia de la Carta Magna y repudiar el intento prorroguista del poder.
Cierro convencido del retorno del 2008, con el gesto de Leonardo Martínez que le pidió al presidente y al vicepresidente que respeten el voto del 21-F, ¿cómo no creer que volvimos al 2008, que se acabaron los sentimientos de culpa y el miedo, que estamos de pie? ¡Volvamos al futuro: una mejor democracia es posible!