El alemán y el amauta
Los directores de las mejores películas de intriga tal vez pensaban tener suficiente material con los casos “Eduardo Rózsa” y “Santos Ramírez” para escribir sendos guiones cinematográficos, pero los dos últimos hechos, uno que envuelve a un pistolero de origen alemán, y el otro, relacionado con un amauta aymara narcotraficante, son como para tumbar taquilla.
Empecemos con el más reciente. Valentín Mejillones Acarapi, de 55 años, es el amauta o sacerdote aymara que le entregó el bastón de mando al presidente Evo Morales el 21 de enero de 2006, durante la primera ceremonia de este tipo realizada en las ruinas de Tiahuanacu. Este hombre, que se vistió con atuendos que lo hacían lucir como un prelado incaico y que le practicó una suerte de imposición de manos al Primer Mandatario, acaba de ser hallado en su casa de la ciudad de El Alto, en poder de 350 kilos de cocaína, alguna cantidad de precursores químicos y en compañía de dos colombianos.
El hecho es sumamente grave como para que pase desapercibido y merece la preocupación especial del Presidente, quien acaba de afirmar que los narcotraficantes están mejor pertrechados que la Policía boliviana. Lo más correcto sería afirmar; sin embargo, que el fortalecimiento de las mafias ha sido acompañado por un laxamiento de los sistemas de interdicción, que han permitido el aumento exponencial de la producción de cocaína, la ampliación del “mapa de zonas rojas” y la multiplicación de las llamadas “narcocomunidades”. Pero el colmo de la proliferación de las drogas y la permisividad se puede constatar a través de este insólito acontecimiento.
Aunque tampoco es un hecho aislado. Recordemos que el caso de las hermanas Terán, halladas con más de 40 kilos de droga, fue uno de los primeros hechos de narcotráfico que salpicaron al partido de Gobierno, no sólo por el hallazgo, sino por las grandes facilidades judiciales que obtuvieron aquellas personas, que finalmente salieron libres. En el 2006, un funcionario del Parlamento fue aprehendido en posesión de cocaína y entre sus pertenencias fue hallada una carta de “recomendación” del presidente del Senado, Santos Ramírez, para realizar gestiones institucionales a nombre del Congreso. En el caso del amauta, la justicia, que ahora funciona en completa subordinación el Poder Ejecutivo, deberá ser ejemplarizadora para que no se incrementen las sospechas de que el narcotráfico goza de la protección de algunos elementos del régimen.
El otro caso tiene que ver con Dirk Smith, un fornido ciudadano alemán que fue detenido el 8 de julio y presentado por el Ministerio de Gobierno como si se tratara de un mercenario al servicio de la sedición. Y la verdad es que algo de eso había, pero con nombramiento ministerial y todo. Se trata de un agente especial, un asesor de inteligencia, un negociador o todo eso junto que operaba para el Gobierno y que ha actuado en varias de las incursiones violentas en las que se involucró el oficialismo, sobre todo en Santa Cruz. Desde que se descubrieron las andanzas del nazi Klaus Barbie que no se escuchaba de algo así en el país. Menos mal que Smith está vivo, aunque su esposa teme que le pase lo mismo que a Eduardo Rózsa.
Hechos tenebrosos comienzan a producirse en el país y que tocan altas esferas del régimen gubernamental. Conviene aclararlos.
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