Un Jacobino a ultranza
Mauricio Aira
De visita en Lyon y habitando a pocos metros del Teatro de los Celestinos, resultó adecuado adentrarse en las ideas de jacobinos y celestinos que transformaron el antiguo convento de dominicos en teatro monumental que conserva sus rasgos originales y está preciosamente conservado. Nadie duda de la influencia que los sucesos de 1789 que dieron fin con el absolutismo monárquico francés y que expandieron las ideas libertarias más trascendentales aunque el radicalismo jacobino hubiese influido más que otras entre nosotros.
Los jacobinos actuaron como férreos defensores de la Revolución y enarbolando el pensamiento de Voltaire y Rousseau en los hechos suprimieron la igualdad y la libertad, se autoproclamaron redentores y terminaron matando a sus opositores. Se dice que 6 mil jacobinos en Paris y 300 mil en la República, proclamándose “la reserva ideológica del proceso” dieron de chicotazos a 25 millones de franceses. Los jacobinos guillotinaron decenas de miles, entre ellos a “otros jacobinos” algo diferentes. Así cuando el MAS toma el poder en Bolivia el cerebro gris de una falange se autoproclama “el último de los jacobinos” y se esmera en demostrar la misma conducta de chicotear a la sociedad boliviana, cegar vidas humanas a los fines de imponer su ideología (recordar La Calancha. 11 de enero en Cochabamba, 16 de abril en Santa Cruz, etc.,) y de organizar las purgas internas al más puro estilo trotskista y estaliniano, todo ello a título de un cambio que no llega. Bolivia sigue estando con Haití a la cola del Continente y los pobres no han disminuido y “el reparto” no alivia las necesidades vitales.
Evidente que “jacobino” tiene muchas connotaciones sobresale el primado de una ideología abstracta de la sociedad, la imposición restrictiva de la autonomía en el ejercicio económico y del ciudadano (Estado Padre y Providencia) concesionario de los bienes sociales y sostén del enriquecimiento de la élite destinada a mantenerlo en el poder. Apareció como logia masónica se convirtió en abanderado de ideas revolucionas extremas, “defendía la democracia” contra izquierdistas radicales que predicaban la dictadura para imponer “su propia democracia”, es decir en el caso boliviano es directamente plagiado del original. (Aclaración del Espasa: se reunían en el convento Son Tiago que en latín es Jacobus en francés Saint-Jacques). Contrarios a la monarquía, pretendían destrozar al clero, a la nobleza a los adinerados. Se sentaban a la izquierda siempre. Ofrecían nuevas formas, nueva política, nueva moral, nueva filosofía, así los pobres querían ser ricos, los plebeyos nobles, los ignorantes sabios. ¿Que nuevas tierras? A quitárselas a sus dueños, industrias, poder, instituciones a quitárselas de las manos de sus poseedores. Así todo el proceso de principio a fin, aunque repitiendo los mismos errores del pasado. Para ello había que renunciar a la añeja idea de la Religión y acabar con el clérigo, con el fraile, con el noble y el hacendado.
“Los filósofos del Mas” repiten las mismas promesas “para vivir bien” y están logrando colocar legiones de sus adherentes en cargos públicos sin importar el grado de preparación ni su rendimiento en el aparato del Estado. La consigna es sustituir a los antiguos funcionarios por los incondicionales, carne de cañón para toda tarea propagandística, de agitación de masas. El Estado va de tumbo en tumbo, no hay gestión y las nacionalizaciones están resultados tan caras que costarán gran parte de las reservas monetarias para pagar los juicios, hasta ahora 7 abiertos en contra de Bolivia en tribunales internacionales.
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