La tarde del miércoles sufrí un arrebato que casi paraliza mi corazón cuando apareció en casa mi comadre Macacha toda pálida y bruta para decirme llorando: “¡Acaban de avisarme que el presidente Evo se está muriendo con ‘k’echalera’!”. La gravedad de la noticia me movió a tranquilizarla y le dije que no fuera tan alarmista, recomendándole al mismo tiempo que por tratarse del Presidente ella no debería utilizar palabras tan vulgares como ‘k’echalera’ para identificar el mal presidencial, existiendo términos más delicados como diarrea o colitis.
Machaca hizo caso omiso de mi observación y me dijo que su informante era una chola que le comunicó por teléfono que el primer mandatario se hallaba sufriendo de ‘k’echalera’ y guardaba reposo en la residencia presidencial de San Jorge, donde había más cuartos de baño que en Palacio de Gobierno y que por ese motivo había suspendido un encuentro con las ‘bartolinas’.
Sin contener su ansiedad ante un hecho tan grave para el Estado, Macacha me pidió que prendiera la radio para conocer mayores detalles del mal presidencial. Como siempre lo hago, puse la radio Panamericana, que en ese preciso momento transmitía una conferencia de prensa ofrecida por el vocero de la Presidencia, el señor Iván Canelas. El importante funcionario comunicó a los periodistas palaciegos que el Presidente del Estado Plurinacional sufrió desde la mañana de ese día (miércoles) “un desarreglo estomacal que lo obligó a suspender o postergar importantes reuniones con dirigentes de la Confederación de Trabajadores Campesinos y la entidad femenina de las bartolinas”.
Después de escuchar al señor Canelas le dije a mi comadre alarmista y exagerada: “Ya ve usted, comadre Macacha, que el vocero gubernamental no ha mencionado la palabra ‘k’echalera’ y sólo nos ha dicho que el presidente Evo sufrió en horas de la mañana un desarreglo estomacal”.
Mi comadre no se dio por vencida y me dijo: “Va usted a saber, compadre, que la ‘k’echalera’ es un mal muy grave y he visto en Cochabamba y en otras regiones morir a varias personas por deshidratación. Es por eso que ahora me preocupa tanto el mal estomacal que sufre nuestro Presidente, un hombre de muchas responsabilidades, y justo en este momento en que los parlamentarios están estudiando la ley marco de autonomías”.
Felicité a mi comadre por su preocupación y cuando me aprestaba a aconsejarle que no utilizara la palabra ‘k’echalera’, Macacha se me adelantó y antes de retirarse de mi casa dijo: “Sigo preocupada por la k’echalera del Presidente, pero permítame compadre hacerle una última pregunta: ¿la k’echalera es contagiosa? Porque si es así se contagiarán sus ministros Romero, Arce, Llorenti, Choquehuanca y otros. También los legisladores del MAS y todo nuestro país olería mal”.
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