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lunes, 30 de abril de 2012

un clamor humanitario. ha fallecido la madre de Manfred Reyes Villa por lo que necesita acompañar sus restos a su última morada. el pedido debe ser atendido


Piden amnistía para que Manfred Reyes Villa llegue al país al funeral de su madre

Lunes,  30 de Abril, 2012

El diputado opositor de Convergencia Nacional, Andrés Ortega, pidió el lunes al Gobierno una amnistía de 72 horas para permitir que Manfred Reyes Villa, ex prefecto de Cochabamba, llegue al país y asista a los funerales de su madre, quien falleció esta madrugada.

"Queremos anunciar el fallecimiento de la mamá del capitan Manfred Reyes Villa, fue hoy a las 5 de la madrugada, en su domicilio en Cochabamba y le pedimos al Gobierno que por acto de humanidad dé amnistía de 72 horas para que venga a dar el último adiós a su madre, sería un acto de humanidad", mencionó según un reporte de radio Panamericana.

El asambleísta consideró que más allá del protocolo jurídico el Gobierno debería dar una muestra de humanidad y viabilizar su llegada al país.

Reyes Villa salió del país el 14 de diciembre de 2009, en la actualidad enfrenta 20 procesos judiciales e investigaciones por supuesta corrupción pública, por lo cual vive legalmente en los Estados Unidos.

domingo, 29 de abril de 2012

dejar las trincherar y sincerar el diálogo. receta de LT en tiempo de caos que afecta al Gobierno y al resto


La decisión del Presidente del Estado de dialogar directamente con los dirigentes de la Central Obrera Boliviana (COB) para explicar las razones de las propuestas del Gobierno y hacer otras, hace renacer la esperanza en que se encontrará solución a la situación de convulsión que vive el país.
Es que la semana que termina fue testigo de un creciente atrincheramiento de posiciones y actos de violencia injustificados, que ponen a la ciudadanía al centro de un juego de presiones intolerables. Además, es difícil encontrar el hilo que permita desenredar la madeja. En otros tiempos, una situación de esta naturaleza preanunciaba un Estado de excepción o, cuando el deterioro también era político-ideológico (que no es el caso actual, como sostiene el Vicepresidente del Estado), de importantes cambios políticos.
Sin embargo, hoy rigen otros parámetros de evaluación. Pareciera  que los efectos de estas movilizaciones no alarman al Gobierno, pues las autoridades siguen cumpliendo su rutina, en este caso, de campaña, con un Primer Mandatario que pasa la mayor parte de su tiempo entregando obras en todas las regiones del país y un equipo de ministros que, con pocas excepciones, no demuestra capacidad de gestión político-administrativa. Pero, también, y es preciso señalar, discurren las actividades cotidianas, algunas de las cuales satisfacen a la ciudadanía como, en el caso cochabambino, la Feria Internacional.
Pero, cunde la desorientación, porque pesan más en la atención los conflictos con los médicos y trabajadores en salud (artificialmente generado y atizado desde el Gobierno) que se radicalizan y amplían con la incorporación de docentes y estudiantes de las facultades de medicina de las universidades públicas del país; con la Central Obrera Boliviana (COB) y el magisterio, que no encuentran cauce; con los pueblos originarios del oriente, porque no hay predisposición al diálogo; y con Tarija, porque aún no se resigna a compartir utilidades con Chuquisaca por la explotación del campo Margarita. Así, el país se encuentra ajeno a la marcha de los negocios de la Nación, razón que permite que cunda la percepción de que vivimos una situación de desgobierno, entendido como “desorden, desconcierto, falta de gobierno” —pese a la sobrevivencia de la cotidianidad—, que si no es cambiada, podría desembocar en una percepción de caos que afecta a la ciudadanía, y también al Gobierno como nos demuestran varios pasajes de nuestra historia.
Por lo señalado, si prevaleciera el interés en recuperar la tranquilidad social, lo que correspondería es establecer un espacio de diálogo franco para intercambiar posiciones y no mantenerse en las trincheras. Y si bien este mensaje va a los dirigentes de los sectores en pugna, también va hacia el Gobierno que, hasta ahora y desde su instalación en el Palacio Quemado, ha entendido que la negociación es para imponer su posición más allá de los argumentos que se esgriman.
Por eso, el paso que ha dado el Presidente al aceptar reunirse con los dirigentes de la COB y que ha despertado, una vez más, esperanzas en que pronto se podrá recuperar la normalidad, debe ser seguido por otros que permitan, de una buena vez, aportar a crear una cultura de diálogo y paz y no de confrontación y desgaste.

sábado, 28 de abril de 2012

la más corrupta de todas califica L.T. a la Policia a propósito de los cadetes chutos echados a la calle. son culpables ellos o sus padres chanchulleros?


Si hay una institución en nuestro país cuyo desprestigio ha llegado a niveles ya intolerables, esa es sin duda la Policía Boliviana. Décadas de constantes casos de corrupción en todas sus formas, de abusos, de las más variadas irregularidades e innumerables intentos fallidos de reestructuración y depuración, siempre frustrados por la tenaz resistencia de sus cuadros más influyentes, han ido socavando la imagen de la institución hasta llevarla a un punto en el que no parece haber lugar para ligeras reformas cosméticas, sino sólo para radicales transformaciones.
El más reciente escándalo, el que salió a luz hace tres semanas a raíz de la decisión del Ministro de Gobierno de dejar sin efecto un programa piloto para la incorporación de jóvenes interculturales a la Universidad Policial (Unipol), es una muestra más del extremo al que se ha llegado.
En el caso que nos ocupa, a los elementos que ya forman parte de las tradicionales pugnas entre grupos rivales por los ascensos, se suma una serie de agravantes entre las que está el desenfado con que los más altos mandos policiales desafían a las autoridades a las que deben subordinación —en este caso el Ministerio de Gobierno— y se empeñan en incurrir franca y abiertamente en insubordinación. Para colmo, es el mismo Ministro de Gobierno el que sale al paso para denunciar el hecho, mostrando así, tácitamente, su pérdida de control sobre la situación.
Tan sintomático como todo lo anterior es el origen del escándalo, pues da cabal cuenta de la impostura que se esconde detrás de muchos de los actos que en nuestro país se realizan o cometen en nombre de principios como la lucha contra la discriminación y el racismo. Cabe recordar que el origen del problema se remonta a 2010, cuando en el marco de la “lucha contra la discriminación” y en nombre de la “descolonización”, del “plurinacionalismo” y de otros conceptos similares, se aprobó un “Programa piloto de incorporación de jóvenes bachilleres interculturales” con el supuesto propósito de mejorar las posibilidades de ingreso a la Policía Boliviana de “indígena originario campesinos”.
Se diría, a juzgar por tan singular disposición, que antes de ella la institución policial era un reducto exclusivo para miembros de algún grupo étnico privilegiado, lo que como se puede comprobar a simple vista es una falacia tan grande que sólo se puede suponer que en éste, como en muchos otros casos, los argumentos de corte étnico o ideológico no son más que un ardid para legitimar deplorables actos de corrupción y engaño.
Se debe reconocer, en ese contexto y dados los antecedentes, que la actual gestión gubernamental se ha destacado, en comparación con las anteriores, por haber dado importantes pasos hacia la depuración de la Policía Boliviana. Es de esperar, por eso mismo, que ésta sea una buena ocasión para que las investigaciones lleguen a término y que la autoridad estatal, representada en este caso por el Ministerio de Gobierno, haga respetar lo que mandan las leyes y los más elementales principios éticos.

viernes, 27 de abril de 2012

Claudio Ferrufino no atina a encontrar argumentos válidos opuestos a la Via del TIPNIS. el cato de coca la única razón


La solución final no pasa por el hipotético traslado de nuestra herencia cultural, cualquiera de ellas. Está en la honradez, el trabajo, la responsabilidad. En aceptarnos y conocernos. Si el Presidente no desea estudiar, allá él, el resto sí
Y serán muchas más. El ansia de enriquecimiento pesa más que la conciencia, si la hay, y mucho más que la razón. Casi me atrevo a decir que las grandes causas están condenadas, y que el hilo que las protege de no perecer se hace tan frágil que no sabemos si dure. Cuando oigo a supuestos intelectuales, y de izquierda asumida, defender la construcción de la carretera por el Tipnis, me descorazono. Ninguna lógica los sustenta, ninguna, ni siquiera la de saber que serían directos beneficiarios en contante con la destrucción del bosque, o que recibiesen al fin del desastre catos de coca para paliar su hambre.
Febles argumentos. En primer lugar, ignorante desdén de lo que significa para la humanidad preservar lo poco que queda. Salen con discursos que tal vez en algún momento fueron válidos, de no jugarle al imperio, etc. Ni idea tienen de la estadística, ni proyectan semejante desmán en sus consecuencias futuras. Tozudez nacida de la ignorancia, de consignas aprendidas en lecturas de computador, recovecos de la psiquis mestiza abrumada de complejos, que se satisface a sí misma con la presencia del señor Morales a la cabeza de Bolivia como el arma que destruye sus fantasmas interiores.
Uno de los textos del nuevo libro de Pablo Cingolani, Nación Culebra, una mística de la Amazonía, lleva el escalofriante título de La solución final, que nos remonta a Eichmann y la praxis lunática que percibía el paraíso sólo después de la destrucción de una raza. Se pregunta el autor, enumerando algunas etnias amazónicas, que dónde habría que ponerlas. Se responde que grupos tan pequeños entrarían en cualquier lado: los Pacahuara, por ejemplo, “en una cabina telefónica”; los Yuquis, “detrás de un biombo persa o en un crucero de tres pisos”; los Chimanes, siendo más, “podrían ser llevados hasta Quetena, en las punas de Sud Lípez, donde hay poca gente”. Y así, exterminarlos de a malas, como en la furia nazi, o a “buenas”, simplemente arrebatándoles su hábitat.
¿Quién les da el derecho de decidir sobre tierras ancestrales? ¿Los altos intereses de la patria? La patria, señores, pasa por la protección de sus ciudadanos y su entorno. Jamás se ha leído que ella presupone la venta o regalo indiscriminado de lo que es colectivo a individuos, grupos de poder, países extranjeros. Si a Chile y Brasil les interesa una conexión interoceánica, allá ellos, que la consigan sin la destrucción del patrimonio boliviano. Que vuelen por los aires, que estamos en el siglo XXI, y ya para el 2019 los gringos estarán explotando yacimientos minerales en asteroides que serán estirados hacia la órbita de la luna. Mientras tanto nosotros, no nosotros, ellos, los de arriba, seguirán haciendo oro con la explotación de recursos que cuando se agoten nos dejarán sin nada. Dejémonos de folklorismos, preservemos lo que hay que preservar e invirtamos en educación, en tecnología. Que el cultivo vario y variopinto que siempre destacó la agricultura —y la gastronomía— locales se desarrolle con nuevas técnicas; ahora se está perdiendo. Los hombres de maíz y de papa se van convirtiendo en hombres de coca, alejándose de toda tradición, haciéndole el juego, y en grande, al capitalismo salvaje que representa el narcotráfico.
Ahora bien, si de piedad se trata, como desean mostrar, de “mejorar” el nivel de vida de los indígenas allí, de echar DDT para que no tengan insectos, que comiencen con Palacio, con las sucias ciudades que nos caracterizan: basura expuesta al aire libre, descontrol vehicular y el veneno del exhausto. Alimañas sobran para combatir. No hay que poner pretextos fútiles para conseguir algo que es abiertamente un negocio, y también una concesión a las nuevas elites.
La solución final no pasa por el hipotético traslado de nuestra herencia cultural, cualquiera de ellas. Está en la honradez, el trabajo, la responsabilidad. En aceptarnos y conocernos. Si el presidente no desea estudiar, allá él, el resto sí.
El autor es escritor