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domingo, 29 de abril de 2012

dejar las trincherar y sincerar el diálogo. receta de LT en tiempo de caos que afecta al Gobierno y al resto


La decisión del Presidente del Estado de dialogar directamente con los dirigentes de la Central Obrera Boliviana (COB) para explicar las razones de las propuestas del Gobierno y hacer otras, hace renacer la esperanza en que se encontrará solución a la situación de convulsión que vive el país.
Es que la semana que termina fue testigo de un creciente atrincheramiento de posiciones y actos de violencia injustificados, que ponen a la ciudadanía al centro de un juego de presiones intolerables. Además, es difícil encontrar el hilo que permita desenredar la madeja. En otros tiempos, una situación de esta naturaleza preanunciaba un Estado de excepción o, cuando el deterioro también era político-ideológico (que no es el caso actual, como sostiene el Vicepresidente del Estado), de importantes cambios políticos.
Sin embargo, hoy rigen otros parámetros de evaluación. Pareciera  que los efectos de estas movilizaciones no alarman al Gobierno, pues las autoridades siguen cumpliendo su rutina, en este caso, de campaña, con un Primer Mandatario que pasa la mayor parte de su tiempo entregando obras en todas las regiones del país y un equipo de ministros que, con pocas excepciones, no demuestra capacidad de gestión político-administrativa. Pero, también, y es preciso señalar, discurren las actividades cotidianas, algunas de las cuales satisfacen a la ciudadanía como, en el caso cochabambino, la Feria Internacional.
Pero, cunde la desorientación, porque pesan más en la atención los conflictos con los médicos y trabajadores en salud (artificialmente generado y atizado desde el Gobierno) que se radicalizan y amplían con la incorporación de docentes y estudiantes de las facultades de medicina de las universidades públicas del país; con la Central Obrera Boliviana (COB) y el magisterio, que no encuentran cauce; con los pueblos originarios del oriente, porque no hay predisposición al diálogo; y con Tarija, porque aún no se resigna a compartir utilidades con Chuquisaca por la explotación del campo Margarita. Así, el país se encuentra ajeno a la marcha de los negocios de la Nación, razón que permite que cunda la percepción de que vivimos una situación de desgobierno, entendido como “desorden, desconcierto, falta de gobierno” —pese a la sobrevivencia de la cotidianidad—, que si no es cambiada, podría desembocar en una percepción de caos que afecta a la ciudadanía, y también al Gobierno como nos demuestran varios pasajes de nuestra historia.
Por lo señalado, si prevaleciera el interés en recuperar la tranquilidad social, lo que correspondería es establecer un espacio de diálogo franco para intercambiar posiciones y no mantenerse en las trincheras. Y si bien este mensaje va a los dirigentes de los sectores en pugna, también va hacia el Gobierno que, hasta ahora y desde su instalación en el Palacio Quemado, ha entendido que la negociación es para imponer su posición más allá de los argumentos que se esgriman.
Por eso, el paso que ha dado el Presidente al aceptar reunirse con los dirigentes de la COB y que ha despertado, una vez más, esperanzas en que pronto se podrá recuperar la normalidad, debe ser seguido por otros que permitan, de una buena vez, aportar a crear una cultura de diálogo y paz y no de confrontación y desgaste.

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