De la demo a la autocracia
Mauricio Aira
La autocracia es un sistema de gobierno unipersonal que según los anales de la historia terminó siempre en dictadura. Ello ocurrió en Grecia, en Roma y en todos los pasajes que el pasado nos muestra. Apenas el autócrata comienza a sentirse insatisfecho por su voracidad de alcanzar mayor poder, o se siente cercado por pesadillas de conspiración o magnicidio, el autócrata va cerrando las rendijas de su aparente democracia e indefectiblemente se transforma en dictador.
No vamos a repasar todos los ejemplos que están en los libros y en la memoria de la humanidadd. El más próximo es el abrumador presente con manifestación de su vocación vitalicia, que concibe un estado que controle absolutamente, que le sea rastrero y servil. La autocracia que nos está mostrando sus garras quisiera ver reducidos a sus opositores a cenizas, con un Poder Judicial dispuesto a secundar sus aspiraciones absolutistas, con un Congreso Nacional que interprete sus deseos y refrende sus órdenes. Una autocracia que ha incorporado a su proyecto de constitución un cuarto llamado Poder Social para identificar y perseguir a sus oponentes, con un aparato electoral a sus órdenes eficiente para fabricar victorias electorales haciendo trampa, con registros fraudulentos y capaz de incorporar, merced a los recursos provenientes de Venezuela toda la tecnología para asegurarle resultados del 67% o más, y realizar campañas mediáticas denigrando, calumniando, dándole la muerte civil a sus contrarios merced al uso indiscriminado del aparato comunicacional del Estado estructurado para convertirle en amo del poder.
Las características de todo autócrata se dan de la misma manera y en todos los tiempos, su aumento de apetito por el poder, el rodearse de adulones y fanáticos inescrupulosos, que le juran todos los días fidelidad mostrándole el espejito, que no hay otro como él, predestinado a gobernar sin límite de espacio ni de tiempo. El autócrata es campéon para ofrecer pan y circo, descubrir al enemigo y mostrarlo como un magnicida en potencia, y abusar del poder de mil maneras, algunas fantasiosas y creativas para el mal.
Su voracidad insaciable lo muestra ante sus insatisfechos seguidores que se vuelven cada día más desconfiados, el autócrata ordena “depuraciones y razzias” lo cual le hace más fuerte a la par que muestra ante los ojos del mundo que el pueblo sumido en inercia ha perdido la capacidad de reaccionar frente a la intolerancia que descalifica toda iniciativa opositora y aplasta cualquier ápice de rebeldía. Los que pueden se marchan del país. Mucho tiempo ha que Machiavello había afirmado que la república se funda en la capacidad de hacer sus leyes y tomar decisiones que cuando proceden de abajo hacia arriba se llama democracia. “Otra pauta es que hay una autocracia cuando los que obedecen las leyes no participan en su creación en tanto que hay una democracia cuando los que se apegan a la norma sí intervienen en su formulación”.
Otra similitud que se identifica es “la democracia providencialista” que practica Chávez para con las democracias pobres, entre las que se inscribe Bolivia la primera, dado a soñar a lo grande, con sueños que pueden ser peligrosos e insensatos, como cuando Bush afirmó que “conocía el plan de Dios y que como cristiano evangélico convencido por inspiración divina formaba parte de dicho plan” arropado en la idea de promover la democracia y en verdad, con las armas en la mano para destruír al enemigo que de lo contrario podría dar fin con el mundo civilizado.
El autócrata asume “desarrollo primero y democracia después” que fue el concepto matriz con Franco y más tarde con Pinochet. Madeleine Albright lo dijo alguna vez, los países más ricos del mundo ya son democracia, tienen instituciones estables y el beneficio ampliado, entonces la verdadera prueba de la democracia es ver si funciona en países pobress que gozan de democracias endebles, autocracias o dictaduras con un ropaje demócrata impuesto a la fuerza, enmascarado y engañoso con grupos de desocupados, a los que se mantiene con subvenciones periódicas y que están a la mano para ser trasladados de un lado a otro en respaldo de “sus líderes” que nunca entendieron el real valor de la democracia.
Las democracias pobres como los bálticos, Mozambique, Senegal y República Dominicana tienen que luchar contra la pobreza y elevar el standar de vida de sus habitantes de lo contrario se convierten en autocracias como Siria, Angola, Uzbekistán o Zimbabue, aunque allí se hubieren superado índices sociales como mortalidad infantil, espectativa de vida, crecimiento económico al precio de sojuzgar al opositor, desterrarlo, encarcelarlo, o simplemente eliminándolo. En Bolivia se está tipificando la autocracia con signos inequívocos. Arremetida contra los medios, persecusión al opositor, castigo físico tortura y destierro, amén del freno que se impone al desarrollo económico del Oriente.
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