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sábado, 18 de octubre de 2008

guillermo capobianco sale al frente de la utopía revolucionaria de garcía linera

“Hay un despliegue de la lucha de clases en las regiones conservadoras”, fue la contundente afirmación de Álvaro García Linera, ideólogo en solitario del ‘proceso de cambio’ del Gobierno del presidente Evo Morales.“Es que las políticas del Gobierno modificaron las estructuras de poder regional en términos de poder económico o podríamos decir de bloque de poder”, añadió.Esta columna no pretende ni mucho menos polemizar con García Linera, pero su afirmación fue válida en los albores de la revolución productiva de los años 60 del siglo pasado, cuando la izquierda dogmática de la época intentó instalar una Asamblea del Pueblo como ‘primer soviet de América Latina’.Santa Cruz de la Sierra, como región emergente, fue sin duda un factor de polarización desde posiciones conservadoras, sirviendo de base organizativa del golpe que encumbró a la dictadura militar del sexenio.En esa época culminó en derrota el experimento fallido de ‘vietnamización’ del continente, bajo la conducción militar del comandante Ernesto Che Guevara y más adelante la derrota militar de la columna guerrillera de Teoponte.Una investigación rigurosa de todo aquel proceso político, cuando se intentó instalar en la selva boliviana un ‘foco guerrillero’ irradiante, está contenida en la obra Teoponte, del escritor paceño Gustavo Rodríguez Ostria.Fue una ideología importada que no tomó en cuenta las condiciones históricas de Bolivia: Revolución Nacional, reforma agraria, nacionalización de las minas, etc.Tampoco tomó en cuenta el carisma del caudillo militar René Barrientos y de su alianza estratégica con los campesinos, que le sirvieron de base social de sustentación. Durante los seis años de dictadura militar se produjeron dos hechos, entre otros, que modificaron sustancialmente la realidad boliviana.El primero fue la ‘marcha hacia el oriente’ como emprendimiento estratégico para ocupar el centro del continente, donde una comunidad hispano-mestiza homogénea, rebelde, altiva y orgullosa de su identidad histórica y cultural, esperaba por centurias para integrarse a la nación.El segundo fue la ‘revolución productiva’ mediante un ‘modelo de desarrollo’ que conquistó soberanía alimentaria y modernidad en el transcurso de medio siglo. El oriente nunca más fue una región ‘conservadora’. Desde entonces fue una región progresista que asumió la oportunidad histórica que le brindó la inversión estatal en materia de infraestructura de producción junto al flujo impresionante de inmigrantes del país de las alturas.El modelo de desarrollo del oriente es la antípoda del experimento socialista comunitario que impulsa García Linera desde el Gobierno, intentando otra vez con ideología importada –el indigenismo– un nuevo tipo de Estado, de sociedad y de país.Para implantar esa ‘utopía revolucionaria’, a fuerza de metralletas y pasamontañas, se tendrá que instalar en Bolivia una feroz y sangrienta dictadura.
* memocapobianco@gmail.com

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