Cualidades de un
Presidente
Mauricio Aira
Con Evo Morales
han ocurrido dos cosas. Sus llunkus le han escrito libros de homenaje como el
Ministro Arze, “el mejor presidente de Bolivia” y existen al menos 5 biografías
subvencionadas por el Ministerio de Comunicación y el de Culturas, de
distribución gratuita y que se usan inclusive como textos oficiales, de
adquisición obligada en escuelas, cuarteles y colegios, libros llenos de
mentiras, de mitos creados en torno a la figura del “primer presidente indígena
de Bolivia” y que inclusive se ha traducido a los idiomas originarios y con
fines propagandísticos al chino, al ruso y al inglés.
Lo otro es
que existen publicaciones que denigran la figura de Evo Morales, libros
folletos, espacios en el mundo cibernético dedicados a desinformar, a
menospreciar y poner en ridículo la imagen del orinoqueño, que en diez años de permanencia en el poder,
se apoderó mediante testaferros o palos blancos de la mayoría de los medios, a
los que recurre regularmente para trasmitir partidos de fulbito en los que el
equipo presidencial siempre gana y el presidente siempre “mete goles”.
En cuando a
los escribientes los hay aquellos que agotaron todos los adjetivos de alabanza
y cantaron los panegíricos posibles, y los otros que sujetando la pluma con
firmeza describen los defectos, las fallas del Presidente, y los repetidos errores
políticos entre los que hay que incluir crímenes, prisión, confinamiento y
otros castigos que aplica implacable sobre “sus enemigos”, pero ¿tiene el
presidente “amigos”?
Una buena
pregunta cuando al inicio de su tercer o cuarto periodo de gobierno, se prepara
una campaña, mega millonaria para retomar el Gobierno y en tiempos de
inventario de sus “barbaridades” que sus oponentes están pergeñando. Cuán lejos
está Evo Morales de conocer los verdaderos deseos del pueblo, de sus sueños y
necesidades. De cumplir lo prometido. De tener firmes conocimientos de la
economía. De pensar en el corto, mediano y largo plazo, no sólo en el tiempo
que marca el calendario de su mandato formal.
Ciencia
política analiza las cualidades de aspirantes a la Presidente de EEUU, cita a los grandes
como Washington y Lincoln, Jefferson, Jackson, Roosevelt, Wilson, a los
fallidos como Richard Nixon o Ulises Grant. ¿Qué cosas distinguen a unos de
otros? ¿Qué calidad se exige para figurar en la historia como un gran
presidente? Estudiosos marcan seis rasgos mínimos. Buen comunicador, capaz de
convencer, con eficacia tanto a líderes como a simples ciudadanos. Seducir con
palabras y obras.
Debe tener
gran capacidad organizativa para administrar un Estado complejo, con miles de
funcionarios, en una extensa geografía, ser efectivo y servicial, poseer carácter
para realizar ajustes también en períodos de toda suerte de crisis y
dificultades.
Capaz de
brindar claridad a sus medidas de Gobierno buscando y logrando los acuerdos
imprescindibles en una muestra de su liderazgo. Capaz de negociar frente a
periodistas, académicos, empresarios, sindicatos y defensores de los Derechos
Humanos, también en el plano internacional. Saber escuchar y responder a los
planteamientos con ideas pertinentes y claridad, capaz de correr todo el
tiempo, porque un período presidencial pasa pronto, no detenerse evitando
demoras y extravíos que retrasen la marcha del Estado.
Sin rumbo
navegan los malos presidentes, apagando fuegos sin fin, sin ruta fija, sin
identificar la continuidad de una estrategia conocida y estudiada. Cuán
importante es “saber procesar la información que llueve a cántaros, separar el
grano de la paja, escuchar y leer sin pausa, digerir lo necesario para la toma
de decisiones.
La
informática y el torrente de estímulos que se descargan en el Ejecutivo, por lo
que se ha creado una cualidad imprescindible “el control intelectual del
Presidente”, sin despotricar en público y midiendo siempre sus actos, con una
presencia pública calculadamente responsable.
En el caso
bolivianos “mal de muchos, consuelo de tontos” ha sido la disculpa manida y “yo
no fui, ha sido el otro” para sacudirse de culpa transfiriendo el pecado a un
opositor, a un comunicador, a un letrado, a un colega, al de más arriba, al de
más abajo” esta conducta ha inspirado desconfianza y el elector aprendió “por
quién no debe votar”.
Aptitudes
morales, facultades mentales y convicciones intelectuales se requieren en los
candidatos. Basta de experimentar y de aprender a conocer cuando cometen errores,
es que las palabras “virtud, honestidad y transparencia” no están en el
lenguaje de cada día. Por ello vemos cómo marcha todo y nos lamentamos de
errores que cuestan vidas humanas, muchísimo dinero y la fama y el prestigio de
los que nunca más volverán a gobernar nuestra Bolivia.
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