El primero de mayo de 2003, George Bush proclamó desde un portaviones, la victoria de la guerra contra Irak. Un acto que sería recordado por la frase: “misión cumplida”. Al cabo de cuatro años el pueblo iraquí continúa esperando contra toda esperanza que se cumpla la misión de vivir en paz.
¿Cuál es la misión cumplida? Cuatro años consecutivos de explosiones, muertes, miedo, angustia, enfermedades, escasez y toda clase de calamidades que podamos imaginar. Se considera que hay entre 61.728 a 67.703 civiles muertos, además de heridos, mutilados, familias sin hogar, huérfanos, desplazados, campos yermos, pozos de petróleo que arden, y una innumerable hilera de desgracias que pesan a diario sobre este pueblo tan maltratado. Esto sin contar con todos los soldados, muy pocos americanos de origen, que han caído y cuyos números no parecen ser muy ciertos y de las tropas iraquíes y de la policía local ni se habla, deben formar parte del “eje del mal”.
Ante esta situación a la cual no se ve fin, y ante la que te ves impotente para hacer algo nos queda siempre el recurso de esgrimir el arma de la oración para que el Señor les conceda la paz. Nuestras hermanas dicen que sólo un milagro puede lograrla. Pero hay que pensar en el dicho popular de:”A Dios rogando y con el mazo dando”.
¿De qué nos han servido las manifestaciones, las cartas a los presidentes de los gobiernos? Parece que a ningún país le importe lo que está ocurriendo. La prensa, la TV en sus informativos nos pueden mostrar o decir la cantidad de muertos que ha habido, lo poco segura que es la zona verde de Bagdad tan protegida. Pero luego todo queda en el mismo lugar.
Hay gente inquieta y amante de la paz, que no puede dormir tranquila ante tanto dolor, se preocupa y mueve para aliviar el sufrimiento de esta población. Así, hace unos meses, con la ayuda de una fundación privada, se pudieron hacer llegar al hospital San Rafael de Bagdad medicamentos que urgían para atender enfermedades comunes. Y con la ayuda del ejército español en el Líbano, se transportaron aerosoles que no se pueden trasladar en vuelos normales; desde Beirut se han hecho llegar a Bagdad y con éstos también se han podido aliviar enfermedades respiratorias, que son muy frecuentes. Pero todas estas ayudas son como una gota de agua en el mar.
El Hospital San Rafael de Bagdad recibe diariamente heridos, enfermos comunes, mujeres que acuden a dar a luz y son muchas las necesidades. ¿Qué hacen las organizaciones benéficas, las que están creadas para situaciones de emergencia? Creo que se tendría que ayudar más en estos casos. Este hospital católico, regido por religiosas, no hace distinción de confesiones, porque todos los que llegan a él son hijos de Dios y todos requieren ser atendidos como tales. Es un testimonio viviente que puede existir una armonía entre musulmanes y cristianos.
Creo que el desvelo de las hermanas a todo paciente las protege de muchas calamidades que ocurren diariamente en la ciudad. Como aman a todos sin distinción, son respetadas por todos. Pero el esfuerzo titánico que hacen estas mujeres junto con todo el equipo médico-sanitario merecería una atención mejor. Su trabajo ya en condiciones de desgaste y tensión, se ve entorpecido por los aparatos ya obsoletos que hacen que su esfuerzo no sea compensado.
Medio Oriente, tan amante de María, a Ella le pido que interceda por este pueblo y que lo acompañe en su sufrimiento como Ella acompañó a su hijo Jesús hasta el pie de la cruz. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario