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martes, 19 de marzo de 2013

como todos dicen vamos a celebrar el Dia del Padre, Paulovich decide con su comadre kkóchala, celebrar "La Noche del Padre" en el niclú Malena de El Alto


Con la finalidad de celebrar virtuosamente este día dedicado a San José, los socios del ‘naiclú’ Malena organizaron una fiesta el viernes titulada La noche del padre en honor a todos los socios varones que tenemos la felicidad de haber contribuido a incrementar la especie humana con uno o más habitantes. La invitación a ese festejo me fue comunicada alegremente por mi pariente espiritual Macacha, que me anunció que sería mi transportadora oficial en mi poderosa motocicleta Harley Davidson, pues su marido finado, don Nemesio Racacha, ya había quedado fuera de combate.
Recordando que las fiestas en el Malena son de rompe y raja, pregunté a mi entusiasta comadre si la invitación indicaba si debíamos asistir al bailongo con calzón o sin calzón negro, por lo cual ella rápidamente fue a su casa para cambiarse de prenda y yo no tuve ningún problema, porque todos mis calzoncillos son de ese color. Mi espléndida comadre ordenó a un Mozart moreno, que parecía estar medio ‘mamadeus’, descorchar una botella de ‘champú francaise’ marca Pommery y Freno, el cual nos servimos con placer.
La cochabambina, luego de estudiar a cada una de las asistentes, les concedía el privilegio de bailar conmigo, no sin antes prevenir a cada una con estas palabras: “Baila con el caballero, que parece muy viejito, pero todavía ‘sopla’ y sigue escribiendo en los periódicos”. Yo, que soy un tigre para la cumbia y un cholo para el amor, me desenvolví convenientemente con cada una de las amigas de Macacha, a quienes les decía antes de iniciar el meneo: “Soy como esos medicamentos antiguos, que antes de ser consumidos hay que agitarlos mucho”, y ellas procedían a tal efecto. Todas bailaron muy bien y se comportaron respetuosamente con este astuto periodista. Al darse cuenta mi pariente espiritual de que algunas de sus amigas se anotaban mi teléfono, me dijo en la oreja: “Esto ya está de buen tamaño, compadrituy, la noche de los padres ha terminado, vámonos”. Pagó la cuenta, comprobamos que no nos habían robado nuestros calzoncitos negros y salimos del Malena

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