Cuando estamos frente a un organismo infectado en su totalidad, no hay cómo tocarlo, porque enseguida brota la pus. Eso parece estar ocurriendo en el Estado Plurinacional, aquejado por la corrupción, un fenómeno extendido en todas direcciones.
Se creía que lo ocurrido con el lago Poopó era un asunto del cambio climático y cuando mucho, resultado de la negligencia de las autoridades que tienen la obligación de reducir el impacto ambiental.
Pero se ha conocido de la existencia de un programa denominado “Cuenca Poopó” a cargo de la gobernación de Oruro, con un presupuesto de 14 millones de euros, más de 18 millones de dólares, dinero que hubiera alcanzado para construir un lago artificial, con agua cristalina, peces de colores, algas y cascadas.
Según asambleístas orureños, dirigentes cívicos y líderes de organizaciones sociales, este dinero fue parte de la cooperación internacional y se conoce que tuvo otros destinos, por lo que han exigido una investigación minuciosa para saber si no es solo el agua lo que desapareció del lago Poopó.
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