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lunes, 21 de diciembre de 2015

la última pataleta, o "patadas de ahogado", como se quiera calificar "el último estertor" para entrar ya en "rigidez cadavérica" así está el otrora famoso PSUV el partido creado por Chávez para manejar el poder y repartirse las dádivas que soltaba,soltó,todavía deja chorrear el Estado en favor de una masa "seguidora y ciega" que sólo obedece consignas.

Todo lo que sucede políticamente en Latinoamérica nos afecta en mayor o menor medida y mucho más si proviene de regímenes similares a los que rigen en Bolivia como es el caso venezolano. Para el Estado Plurinacional, la Venezuela chavista es un ejemplo a seguir, y el presidente Morales puede realizar cualquier sacrificio para respaldar a su ahora muy alicaído colega Nicolás Maduro y a la Revolución Bolivariana, imperante desde que asumió el poder en esa nación el extinto Hugo Chávez, hace 16 años.

La incuestionable derrota que sufrió el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en las recientes elecciones parlamentarias, donde la oposición alcanzó los dos tercios de los curules disputados en la Asamblea Nacional, ha provocado que el presidente Maduro pretenda desconocer encubiertamente ese triunfo, poniendo cortapisas que hacen temer una Venezuela caótica si es que no se respetan los resultados que arrojaron las urnas a favor de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

Nicolás Maduro ha permitido –ha alentado en el fondo– que se constituya el Parlamento Comunal Nacional, es decir, una asamblea paralela que sería designada entre sus fieles y que defendería la Revolución “desde la calle”, protegiendo las conquistas sociales del chavismo, otorgando poderes absolutamente fácticos a un parlamento espurio que trataría de imponerse por encima de la legalidad. Es más, muchos días después de las elecciones, el primer mandatario venezolano ha informado sobre presuntas irregularidades que pudieron existir y señala la necesidad de revisar los votos que serían producto de un “golpe electoral fascista”.

Este es un pésimo ejemplo que produce una enorme falta de credibilidad en la democracia venezolana, que es buena cuando gana el oficialismo y mala cuando pierde. Se evidencia una tendencia abiertamente dictatorial en la que el PSUV no quiere reconocer que ha sido derrotado ampliamente, sin duda por temor a que se investigue y se castigue, aplicando la ley, una cantidad de vicios que ha llevado a esa nación a ser considerada como una de las más corruptas e inseguras de América.

Como los bolivianos estamos a escasos dos meses de un referéndum decisivo para modificar o no la Constitución, lo que podría permitir la permanencia en el poder de Evo Morales por casi 20 años, es conveniente que la opinión pública observe de lo que son capaces algunos gobiernos populistas que hablan en nombre de la democracia, pero que llegado el momento la burlan

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