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domingo, 29 de mayo de 2016

Carlos Valverde prosigue la elaboración mental. dándole como dicen los españoles "ere que ere" hasta encontrar el blanco, una explicación lógica, coherente, realista entre su primera afirmación de la existencia de un hijo de Evo y Gaby y la última en que pone en duda esta realidad...tratamos sinceramente de encontrar la verdad...no será fácil.

Estar con algo de tiempo extra permite ver y revisar papeles, audios y videos sin apuro y con mayor detenimiento. Así, entiendo que el poder se está metiendo en líos muy graves, porque está claro que si hay una mentira en el asunto ‘de la Zapata’ (como se dice en la calle) esta se armó desde lo que firmaron doña Gabriela con don Juan Evo, el 18 de junio de 2007.

Tal cual, don Evo no solo firmó el documento de reconocimiento de paternidad, sino que también lo hizo con el documento de inscripción de nacimiento el mismo 18 de junio de 2007, reitero, dando lugar al nacimiento de un hecho jurídico. Ambos documentos posibilitaron que se extienda el certificado de nacimiento que puse en conocimiento de la opinión pública nacional el 3 de febrero de 2016, casi nueve años después, de manera tal que pretender endilgarme el uso de un instrumento falsificado, cosa que pretenden hacer desde el Gobierno, es poner delante de mí a don Juan y a doña Gabriela (casi escribí doña Inés, la del drama de don Tirso) porque el documento en cuestión es la resultante de nada más y nada menos que de los dos hechos antes señalados.

Me arrebata la curiosidad saber quién se atreverá a poner frente al ‘estrado’ a nuestro ‘don Juan criollo-mestizo-indígena’ para que responda cuándo y dónde firmó tales documentos y si le consta que el niño nació, si lo vio, lo tuvo en brazos o, simplemente, firmó sin ver, como pudo haber firmado un decreto que autorice a algún otro poder del Estado a gastar dinero público como si fuera un regalo o una concesión de su excelencia (sé que no le agrada la palabra, pero no encuentro otra para definirlo).

El ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, dejó, en su alocada y desesperada respuesta a la petición de informe de la diputada Norma Piérola, mucha tela para cortar, porque no se hizo cargo de nada de lo asegurado por la señora Zapata (en realidad, más allá de los eróticos chats no comprobados de su autoría, nada prueba su relación con la dama); muy por el contrario, desvió la mirada hacia el presidente, dado que la ex pareja presidencial jamás nombró a otra persona que no fueran, primero, ‘don Juan’ y luego ‘el Ramón’, de manera que si no fue el interpelado quien se hizo cargo del tráfico de influencias, es claro que debemos nomás mirar al presidente Morales como el hombre que hizo que la exnovia tenga un mejor pasar… hasta el 3 de febrero de 2016, casi nueve años luego de los ‘reconocimientos’.

Alguien debe explicar esto, y no soy yo. ‘Corro traslado’

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