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lunes, 9 de febrero de 2009

de qué reconciliación hablamos, si todo el discurso ha sido de nuevo una sarta de agravios y amenazas? no hay sinceridad y queda en palabra muerta!

No es la primera vez, probablemente tampoco sea la última, que el Presidente de la República se refiere a la necesidad de una ‘reconciliación’ entre los bolivianos. Acaba de hacerlo, entre eufórico y exultante, durante el multitudinario y colorido acto que en jornada gris y lluviosa se celebró el último fin de semana en la ciudad de El Alto, con motivo de la promulgación de la nueva Constitución Política del Estado. Fue en una parte de un extenso mensaje, de reiterados y conocidos conceptos en varias de ellas, y en el que no dejaron de aflorar los ataques de S.E. contra sus opositores, aquéllos a los que suele acusar, entre otras cosas, de intentar ‘descuartizar’ el país y a los que considera parte de apenas unas ‘cuantas familias’. Aquéllos contra los que arremete cada dos por tres y a los que les endilga todos los males que aquejan a la República son a los que el primer mandatario dirige su ‘reflexivo’ pedido.Pero, una vez más, no ha quedado claro en qué términos quiere don Evo Morales que los bolivianos fumemos la pipa de la paz y dejemos de pelearnos como perros y gatos, como ha venido ocurriendo con intensidad y con unos riegos impredecibles desde que él llegó a instalarse en Palacio Quemado. Y es que este reciente llamado presidencial a la ‘reconciliación’ nacional se parece bastante a las convocatorias de ‘diálogo’ que resultaron, hasta ahora, un instrumento tan mal utilizado que terminó estropeando la posibilidad del entendimiento, de la concertación y de un acercamiento de posiciones entre los discordes de la enmarañada vida política boliviana.Entonces, no les falta razón a los opositores cuando al menos dudan de la autenticidad del llamado del presidente Morales y consideran que formularlo únicamente a través de grandes concentraciones públicas y a los ojos de la comunidad internacional procura mostrar una imagen concertadora de su gobierno.Un reconocido politólogo y analista, tras considerar que “el tiempo demostrará si el Presidente tiene la habilidad de ser combatiente o de ser constructor” en esta nueva etapa del Estado nacional, sostiene que Evo no tendió la mano abierta a sus adversarios para reconciliarse con ellos, porque su discurso “fue de resistencia, de victoria y sin señales claras para llegar a esa reconciliación”.Un buen diccionario define el verbo reconciliar como restablecer la armonía o la concordia entre dos personas o cosas: reconciliar enemigos…Por eso, si así como de inaguantables están las cosas desde hace tiempo y conciliación es lo menos que ha habido entre buena parte de los bolivianos y sus mandantes de turno ¿de qué reconciliación se está hablando?Pero como la ‘reconciliación’ entre bolivianos la ha invocado nuevamente el propio Presidente de la República, habrá que sentarse a esperar por algún avance en aquel sentido. (ediorial de El Deber, SC. bolivia)

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