El adiós de Albarracín
Waldo Albarracín terminó con gran emoción y al borde de las lágrimas sus cinco años de gestión como Defensor del Pueblo. No sabemos cual será realmente el motivo de tal demostración de emoción, pues en el país difícilmente se sentirá su falta, puesto que podríamos decir que no hizo más que clarear y cuidarse de no contrariar al gobierno actual, cuando no cumplía el papel de hacerse el ciego cada vez que le tocaba transitar por el terreno enjabonado de violaciones de derechos, al punto que de tanto ejercicio se volvió experto en patinar sobre la pista lapidada de violaciones, haciendo de cuenta que nunca pasó nada que no se pueda arreglar con una pequeñisima e inaudible "recomendación".
Waldo Albarracín cuando tenía que decir algo silbaba para adentro, puesto que no le conocemos verdaderas gestiones de DDHH que no fueran para los correligionarios del régimen al que le debía la pega y al que le pagó los favores con creces.
Quizás por eso pidió disculpas por los procesos que deja pendientes al tiempo que se escurrió con la excusa de que sus esfuerzos estuvieron concentrados en "hacer conocer los derechos humanos a toda la población boliviana".
Ridícula excusa, puesto que la mejor manera de hacer conocer los derechos es haciéndolos respetar y exigiendo castigos ejemplarizadores para los que se encargan de violarlos. Pero parece que Don Waldo había entendido que su cargo era de nivel académico, y que tenía que ejercerlo como una especie de profesor que sale a pregonar y a recitar una cartilla de los derechos mientras a su alrededor el mundo se desquicia, se mata gente, se violentan de "n" formas los derechos que el profe seguía recitando.
"Muchas gracias por todo y disculpas por las cosas que no hemos hecho, hay que siempre admitir la posibilidad de que lo que hiciste tuvo limitaciones", dicen que dijo Albarracín, quien se pegó el último enjuague a la hora de la despedida, sin afectarse por haber dejado más injusticias de las que encontró cuando entro a su cargo del que disfruto por cinco largos años al mejor estilo de la burocracia inconsciente e indiferente, parcializándose ante los abuso del poder, pecando de omisión, de tergiversación de los hechos, mientras los violentados crujían, eran enterrados, dejaban huérfanos, eran encerrados en las cárceles sin el debido y justo proceso, mientras muchos siguen y seguirán siendo perseguidos por motivos políticos.
No Don Waldo, usted no cometió errores, usted fue injusto, fue negligente, omitió deliberadamente cumplir su función, dejó a muchos indefensos, sin recursos jurídicos, abandonó sus obligaciones por acomodarse a los intereses de sus amigos Masistas.
"Lo que he intentado estos años en la institución del Defensor es descodificar al ser humano y que la consideren no objeto, sino sujeto de derechos humanos", se dice que afirmó Albarracín visiblemente emocionado.
¿Emocionado de dejar el cargo? Pero nosotros le recordamos que deja muchas deudas pendientes ya que por favorecer al gobierno brilló por su ausencia en el enfrentamiento sangriento en Huanuni el año 2006 y en los conflictos en la zona de la Calancha en Sucre en noviembre de 2007.
En el caso de Pando se limitó a darse una vueltita como parte de la comisión humanitaria, viendo el desastre que aún no termina de apagarse en ese departamento transformado en un verdadero infierno de persecuciones, torturas y desmesura de poder, dijo que había habido una masacre y llevó a tal punto de elasticidad las palabras que nunca dijo nada realmente que no sea mascullar conceptitos de derechos humanos de bolsillo y de edición barata.
Nunca una palabra decisiva para llegar a la verdad verdadera de los hechos, nunca una acción para buscar el verdadero meollo que lleve a un esclarecimiento y que conlleve una denuncia sobre las detenciones ilegales de pandinos opositores al régimen y sobre el encarcelamiento del prefecto Leopoldo Fernández.
Pero, ya no le queda otra oportunidad y ya es tarde para recapacitar por haberse transformado en Defensor del Gobierno y no del pueblo, señor Albarracin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario