El año pasado numerosos habitantes de Yapacaní, a la cabeza de ciertos dirigentes y autoridades ligadas al partido de gobierno, se movilizaron para impedir la instalación de un cuartel de Umopar destinado a frenar el auge del narcotráfico en la zona, que amenaza con disputarle el liderazgo del Chapare en materia de coca y sus derivados.
Vencieron los manifestantes y hasta el propio presidente Morales se mostró decepcionado por esa actitud, aunque no se dijo nada del ofrecimiento que hizo un municipio vecino para que se instale allí el regimiento antidrogas.
El pasado miércoles, esas polémicas protestas del pasado se convirtieron en una dolorosa marcha de cientos de estudiantes que salieron a las calles a exigir que las autoridades hagan algo con la proliferaciones del delito de trata de personas, violencia familiar, asesinatos de mujeres y otros crímenes que han aumentado y que son atribuidos al auge de la droga en el lugar.
En la manifestación de los escolares no participó ninguno de los que hace un año gritó y bloqueó para rechazar la presencia policial. Ha quedado clarito para quienes trabajan y el gobierno debería demostrar que en verdad quiere luchar contra esos flagelos.
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