Está creciendo como bola de nieve la polémica sobre el grave caso de censura a dos escritores cubanos que fueron invitados al evento “Santa Cruz de las Letras” y a quienes se les prohibió participar con su conferencia “Cuba por dentro y por fuera”, supuestamente por órdenes del gobierno nacional. Los organizadores del evento no saben qué decir y en su afán de explicar lo inexplicable han ensayado un típico argumento plurinacional:
“Es un complot del imperialismo”. Eso podría haberse entendido viniendo de un funcionario cualquiera, de un fiscal o un viceministro, pero no de alguien que se precia de ser un connotado escritor. Pero la lista de incongruencias no termina ahí, pues semejantes intelectuales expertos en literatura han dicho también que tacharon a los cubanos porque iban a hablar de política y no de libros.
A lo mejor piensan que Saramago, García Márquez, Octavio Paz, Neruda y un largo etcétera jamás escribieron de política y que dedicaron toda su existencia, arriesgaron sus vidas y hasta fueron exiliados por hablar de los pajaritos, de las florcitas y de las verdes praderas que se pierden en el horizonte. Si en realidad se creen lo que están diciendo debieron invitar a los autores de libros de autoayuda, entre los que debe haber alguno que ha escrito “Cómo superar la estupidez”.
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