El alcalde Percy Fernández se sentía seguro de poder ganar las elecciones municipales que se celebrarán en marzo. Obviamente estaba confiado de poder contar con el apoyo del Gobierno nacional para lograrlo y por eso mismo decidió ofrecerle las más cordiales gentilezas al MAS para que pueda ganar por primera vez en Santa Cruz.
El problema es que en política la lógica nunca es buena consejera y la retribución de favores no es una conducta normal. Algunos sucesos deberían generar preocupación para los que buscan la continuidad en la Alcaldía cruceña. Primero fue la intervención de los militares en el Club Hípico que contó con el aval del Ministerio de Defensa.
Fue una forma de medir fuerzas con el jefe del gobierno local y todo ha quedado en cuarto intermedio gracias al apoyo de algunos vecinos y de instituciones locales que respingaron por el atropello, pero más que todo por el escándalo del regalito de los caballos a los militares.
El segundo round se produjo con la reacción de los taxistas (que ya habían aceptado la medida), que a último momento decidieron rechazar la implementación del taxímetro. Obviamente los “tacheros” están manipulados políticamente, al igual que los trabajadores que realizan el aseo urbano que han paralizado sus actividades. A lo mejor Percy ya no se siente tan seguro.
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