Para que no queden dudas de que ya se encuentra en campaña por su re-reelección, el presidente Morales descarta que pudiera aparecer un candidato que, con una ideología política diferente a la suya, tenga posibilidades de llegar a la Presidencia, menos aún si este proviene del oriente boliviano, según dijo. El primer mandatario habló desde su natal Orinoca, sentado al aire libre en una especie de set de televisión hecho de adobe, y con una rústica vivienda y un tractor como telón de fondo. El simbolismo establece con claridad la intencionalidad.
Durante esa inusual ‘entrevista’ –transmitida en vivo por el canal estatal Bolivia TV– el presidente Morales expresó que dudaba de que “algún hermano o hermana, con pensamiento proimperialista, procapitalista, pueda ser presidente. Dudo. Más si es del oriente”. También afirmó que el pueblo boliviano prefería un Gobierno central fuerte en desmedro de las autonomías y que su administración asimiló la causa autonómica solo para “revertir el discurso de la derecha”.
Entre palabras y escenografía, resultaba difícil no experimentar un déjà-vu. Los mensajes nos retrotrajeron a los discursos de confrontación que caracterizaron la primera gestión de Gobierno del MAS, aquellos que descalificaban a todos los líderes de oposición, a las luchas autonómicas y a toda expresión política que se originaba en el oriente boliviano, particularmente en Santa Cruz. Tal estrategia comunicacional le permitió al masismo consolidar su hegemonía partidaria en casi todo el territorio nacional, exceptuando las regiones aludidas en la arremetida discursiva.
Lo lamentable es que se recurra nuevamente a esa retórica, porque fomenta la intolerancia, porque vuelve a confrontar a los bolivianos, porque discrimina a líderes que pudieran surgir desde los llanos orientales. Si en otros tiempos se empleaba la palabra ‘oligarcas’, el presidente Morales ahora intenta estereotipar a hombres y mujeres del oriente como proimperialistas y procapitalistas, desconociendo que en esta región, crisol de la bolivianidad, existen liderazgos de las más diversas ideologías. Además, todo ciudadano boliviano –del oriente o de Orinoca– tiene derecho a adoptar la línea política de su preferencia sin que nadie lo estigmatice o denigre por ello, menos el presidente del Estado. Al margen de su tono discriminatorio, está por verse si la desempolvada estrategia masista vuelve a funcionar, ya en otros espacios y tiempos
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