¿Para qué
tanto poder?
Susana
Seleme Antelo
Aquel NO reflejó una masa crítica que debe estar alerta, pues pese a ese voto negativo, Morales acaba de ser declarado candidato presidencial, para ese año, por los cocaleros del Trópico de Cochabamba. Ellos, los que cultivan la hoja de coca, materia prima de la cocaína, son la mayor base de sustentación política de Morales, quien es también su máxima autoridad sindical. Los cooperativistas mineros ¿dejaran de ser el otro aguerrido apoyo político -a punta de dinamita- ahora que el régimen no puede solventarlos con prebendas, pues el tiempo de la bonanza se acabó?
¿Para qué tanto poder? Entre otras razones, para aplicar el centralismo económico asfixiante que impide poner en marcha el Pacto Fiscal, mientras se apropian del 89% de las riquezas que se generan en Bolivia. Por eso el régimen rechaza el Pacto que sería, además, la oportunidad para la deliberación social sobre la autonomía y la gestión pública, inexistente hace 10 años.
¿Para qué tanto poder? Porque Morales y sus hombres nunca fueron demócratas y no aceptan que el sentido de la política es la libertad, aunque se valieran del sistema democrático de libertades para participar en procesos electorales cuando la Corte era independiente del poder político. Y porque que tampoco asumen la democracia como un sistema de gobierno que basa su ejercicio en la libertad y la responsabilidad. La libertad como garantía del Estado Democrático de Derecho, de suyo, independencia de poderes, respeto a la libertad de expresión y pensamiento crítico, y la responsabilidad como compromiso de desarrollo sustentable, tanto en igualdad de oportunidades, como igualdad de resultados en calidad de vida, acceso a salud, educación, bienes y servicios eficientes.
La realidad es que Morales y los suyos nunca asumieron la libertad y la responsabilidad democráticas en el ejercicio de sus mandatos. Una prueba es el Informe sobre Desarrollo Humano (IDH) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que advierte que Bolivia está bajo amenaza de retornar a la pobreza. Señala que entre 415 mil y 539 mil personas recaerán en ella pues están en condiciones de vulnerabilidad económica. ¿Por qué? Porque durante el superciclo de precios de materias primas de exportación, de euforia consumista y de plata fácil para comprar chatarra, canchitas de futbol inservibles, lo mismo que conciencias, el régimen no sembró la riqueza en empresas y empleos productivos, ni en diversificación productiva, ni en competitividad, ni conocimiento. El Informe sostiene que no aplicó políticas de nueva generación ante la ralentización económica con medidas de protección social, sistemas de cuidado, activos físicos y financieros y calificación laboral.
¿Para qué tanto poder? Para tener subordinado el poder judicial al que utilizan como punta de lanza contra dirigentes y autoridades no oficialistas con bayonetas judiciales, y acosar a medios de comunicación, a los que Morales califica como sus enemigos, vía guillotinas tributarias.
Tanto poder para apropiarse del universo cultural ya bajo la excluyente trilogía indígena-originaria-campesina, o la negación del mestizaje, desechando la diversa y mezclada realidad boliviana.
Tanto poder para esquivar la premisa democrática de transparencia y rendición de cuentas en la gestión pública. No hacerlo, permitió instalar el clientelismo, la prebenda y la corrupción en toda la estructura del gobierno y del Estado.
Tanto poder para desmantelar la institucionalidad democrática, y hacer de su capa un sayo en el Fondo Indígena y con la ahora casi clandestina corporación china CAMC, con la que el Estado boliviano firmó contratos por 560 millones de dólares. Tener presas a la expresidente del Fondo, Nemesia Achacollo, compañera política de Morales, y a Gabriela Zapata expareja del mismísimo Morales, ex funcionaria de la CAMC, apunta a que son ‘chivos expiatorios’. Sus delitos no son mayores que los del ‘jefazo’ y otros ‘machos alfa’ del régimen. En todo caso, sus culpas, que las pueden tener, son menores, pero constata que Morales conoce poco de lealtades: es un mal compañero político y peor pareja sentimental. Todo por salvar su caudillo pellejo.
¿Para qué tanto poder? Para que “los barones gubernamentales cobren impuestos personales: el 10% del salario de sus funcionarios públicos; peaje: el 15% de las licitaciones y contratos; sin tocar el conocido Derecho de Pernada secretarial, como escribió antes de fallecer José Mirtenbaum (+).
¿Para eso tanto poder, tanta plata malgastada y despilfarrada para volver a ser el mismo país donde los pobres seguirán siendo pobres y las mujeres objetos desechables?
No hay comentarios:
Publicar un comentario