Ya sabíamos que, para Evo Morales, el capitalismo es la fuente de todos los males de la humanidad, y que se considera dotado para dar consejos gastronómicos al planeta, como lo hizo en la histórica e histriónica cumbre de Tiquipaya, cuando atribuyó al consumo de pollo la propagación de la homosexualidad.
Ahora el cocalero volvió a las andadas, combinando ambos discursos al presentarse ante la ONU para la inauguración del Año Internacional de la Quinua, momento en que disparó su artillería contra la “comida chatarra del capitalismo”, al mismo tiempo que acusó a las trasnacionales de conspirar contra la quinua.
Por supuesto, es un avance que Morales se dedique a promover la quinua a nivel internacional y no la coca, pero parece innecesario y hasta contraproducente anatemizar al mercado y sus actores cuando lo que se busca es, precisamente, abrirle un espacio al mencionado producto en la economía global.
¿Es que el presidente no puede pisar un foro internacional sin lanzar las consabidas “evadas”?
¿Pretende llevar la insensata polarización hasta el campo gastronómico?
Bienvenida la diplomacia de la quinua en lugar de la diplomacia de la coca, pero ¿será mucho pedirle al mandatario un poco de continencia verbal en los escenarios mundiales?
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