Hasta ahora, sólo aumentan la susceptibilidad ciudadana las explicaciones dadas sobre la irregular y presuntamente corrupta adquisición de 16 barcazas y dos remolcadores chinos, pues no reúnen mínimos parámetros de credibilidad. La última, que a los 30 millones de dólares ya gastados se tuviera que sumar otros 8 millones para algún día –porque tampoco se precisan plazos– contar con esas naves, rebasa todo límite de prudencia y seriedad
Pese a ello, un buen tratamiento del tema permitiría al Gobierno recuperar la retórica de la lucha frontal en contra de la corrupción, hoy bastante cuestionada no sólo porque las denuncias respaldadas aumentan, sino por los elevados grados de impunidad que existen. En el caso de las barcazas y de acuerdo a los indicios que se han conocido hay responsabilidades, muchas penales, de parte de sucesivas autoridades en ese negocio, y habría incluso predisposición en el Gobierno chino para que este engorroso asunto se aclare.
Es importante establecer que más allá de las ideologías y las voluntades, la corrupción es uno de los males de estos tiempos, y acaba arrasando a quienes no la combaten con transparencia o sólo lo hacen cuando se trata de adversarios, dejando en la impunidad a los adherentes. Nuestra historia es muy aleccionadora en este sentido, pues uno de los factores principales de la derrota del sistema político-partidario formado a partir de 1982, fue, precisamente, la expansión de la corrupción.
Por ello, el tema de la irregular compra de barcazas y remolcadores chinos debería ser convertido en un hito de la lucha contra la corrupción, siempre y cuando la falsa lealtad no consolide la impunidad.
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