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sábado, 1 de agosto de 2015

se podría aplicar lo dicho por Obama a Evo Morales. lo individual debe ceder paso a lo legal. la Ley primero y no la reelección. La leccióntiene que calar hondo cuando Evo sigue insistiendo en cambiar la CPE para permitir su vuelta al poder. eternizarse en el poder no es novedad, una auténtica democracia necesita CAMBIOS opuestos a la corrupción. aprender de Obama sostiene El Deber.

En su reciente gira por varios países africanos, el mandatario estadounidense Barack Obama reiteró en muchas oportunidades que más importante que los deseos individuales era el respeto a la ley. Lo hizo en referencia a sus posibilidades de obtener un tercer mandato, ya que su segundo periodo presidencial concluirá en poco tiempo más. Obama fue concluyente: manifestó que si bien le gustaría ser reelegido, la ley se lo prohíbe y que él debe respetar la ley. Asimismo, reiteró que continuas reelecciones de una sola personalidad terminan socavando el principio democrático de alternancia. Agregó que era importante sostener con firmeza esos fundamentos éticos con el fin de preservar y consolidar la institucionalidad pluralista.
El poder es tentador, sin duda alguna. No en vano un ex presidente boliviano se refirió al poder como “ese maravilloso instrumento”. Empero, ese poder en contextos democráticos donde se respeta la ley –y ella es inamovible– tiene un límite impuesto por el tiempo. Cuando el uso concertado del poder se acaba, vendrá otro individuo que lo ejercerá por un tiempo y así sucesivamente. La historia ha probado con creces que la alternancia es buena, mientras que la continuidad no lo es, pues termina siendo fuente de dictaduras o abusos. Durante la Revolución Mexicana la consigna “sufragio efectivo, no reelección” fue uno de los paradigmas que consolidó ese movimiento y ello se sostiene al presente. En EEUU, luego de los sucesivos mandatos de Franklin Roosevelt, una enmienda constitucional limitó la reelección a un solo periodo adicional de cuatro años y así sucede hasta ahora. 

La lección de Obama tiene que calar hondo en Bolivia, donde se sigue insistiendo en lograr una modificación constitucional que permita la reelección indefinida del presidente Evo Morales. Malo es todo esto para la democracia y hasta para el propio jefe del Estado, quien debería cortar de raíz estas especulaciones en lugar de repetir “obedeceré lo que el pueblo pida” u otras frases por el estilo. No será el pueblo. Sabemos de sobra que, llegado el momento, serán movimientos sociales amañados quienes forzarán la reforma constitucional que tan afanosamente se busca. 

Intentar eternizarse en el poder no es novedad ni acá ni en ninguna parte, pero se sabe que sus consecuencias son dañinas. Repetimos: una auténtica democracia, para fortalecerse, requiere periódicos cambios en el poder político. Una continuidad absorbente termina corrompiendo todo el proceso. Esperemos que en Bolivia prime la prudencia y se aprenda bien la lección del presidente Obama

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