Winston S. Churchill, con fino humor inglés, decía: “La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás”. Esto es cierto: la democracia, aun siendo imperfecta y con limitaciones como toda obra humana, es el sistema que menos restringe la libertad de los ciudadanos. Por ello, el empeño es corregir una de sus debilidades: la distorsión que se percibe cuando el “gobierno de la mayoría” se diluye.
Los inconformes de ayer pasan, entonces, a ser una renovada mayoría que reemplaza a la ya perdida de un partido político y de un presidente. Esto ha dado lugar a varias modalidades; por ejemplo, las elecciones parciales de medio término para renovar el Poder Legislativo –en Bolivia incomprensiblemente se las abandonó hace décadas–, y el referendo revocatorio del mandato de los que han perdido el apoyo ciudadano por ineficiencia y actos ilegales, como la corrupción y el desconocimiento de los derechos humanos.
El recurso de los referendos revocatorios, sin embargo, puede ser desnaturalizado cuando no se cumple una de las reglas básicas de la democracia: la limpieza de los actos eleccionarios. Esto sucede donde hay regímenes populistas y autoritarios. Para eludir el veredicto del pueblo se recurre al fraude o a una torcida interpretación de las leyes. Esto se agrava cuando se desconoce otro elemento esencial de la democracia: la libre participación de todas las tendencias políticas para reflejar la auténtica voluntad mayoritaria del pueblo.
La institución del referendo revocatorio, que apunta a poner en evidencia una expresión popular predominante, es de obligatorio cumplimiento para gobernantes y gobernados. Otro recurso –igualmente importante, por cierto–, es el de los referendos para resolver asuntos trascendentales, como son las eventuales reformas constitucionales. Este fue un avance en la nueva Constitución Política del Estado, pues hay oportunidades en que es necesario el ‘aggiornamento’ de las leyes y se requiere el asentimiento ciudadano.
El referendo de 21 de febrero de 2016, convocado por el oficialismo, demostró que la mayoría de los bolivianos se opone a una reforma de la Constitución que permita una tercera reelección presidencial. Fue la expresión popular de rechazo a la perpetuación en el poder de un partido y de un líder. Buscar modos para eludir lo que decidieron los ciudadanos es un procedimiento espurio e inmoral, pues se procura distorsionar un recurso constitucional, lo que es otra manera de caer en la arbitrariedad y en el autoritarismo
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miércoles, 18 de enero de 2017
más claro agua. Marcelo Ostria con la claridad de pensamiento que le caracteriza explica en pocas líneas el significado de "los Referendos", aclara que existió un 21F que le dijo NO a Evo en su intento de reformar la CPE y permitir su reelección más allá de lo reglado. aquel 21F ha sido el rechazo contundente a la perpetuación en el poder del dirigente cocalero.
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