El connotado hombre de letras Alfonso Gumucio, escribió el artículo "El Monólogo de Evo" como fruto de sus repetidas lecturas del discurso que ponunció el 19 de septiembre del pasado año el Presidente de Bolivia Evo Morales. Resulta muy oportuno cuando una repetida comitiva presidencial se apresta a viajar al seno de Naciones Unidas y repetir la misma ceremonia en el mismo escenario, siendo de desear que mejor aconsejado, el dirigente de los cocaleros, represente mejor a la Nación y supere las críticas en que incurrió la vez primera.
Me he tomado el cuidado de ver y de oír varias veces el discurso completo del Presidente de Bolivia en la Asamblea General de las Naciones Unidas el martes 19 de septiembre. Una vez más, me llama la atención que nuestro presidente prefiera improvisar su discurso, en lugar de leer un texto bien estructurado y articulado, como hace la mayoría de los presidentes del planeta por respeto a esa magna asamblea. Una vez más, Evo improvisa como en una plaza de El Alto, y al improvisar, no solamente repite las mismas cosas, sino que lo hace en el mismo desorden de ideas que caracteriza sus discursos.
Más de lo mismo. Cada intervención del presidente es una reiteración de los mismos temas, y siempre superficialmente. Evo no establece la diferencia de acuerdo a la audiencia frente a la cual está hablando. No parece valorar la oportunidad de hablar ante el más importante foro internacional. Trata de hilar más o menos los mismos temas: el colonialismo que dura 400 años; refundar Bolivia; los recursos naturales han sido "históricamente" robados, saqueados; necesitamos socios, no patrones; Estados Unidos tiene que expulsar a los "genocidas y corruptos" que viven aquí (referencia a Goni Sanchez de Lozada); nacionalizar la justicia, etc. Muy poca sustancia, muchas banderas electorales, y una sintaxis que puso en aprieto a los traductores.
Lo mejor de su discurso fue su defensa de la coca, que mereció aplausos, porque además de mostrar a la asamblea una hoja de coca, dijo muy acertadamente: "No es posible que la hoja de coca sea legal para la Coca Cola, y la hoja de coca sea ilegal para otros consumos medicinales en nuestro país y en el mundo entero". Eso, y pararle el carro a Estados Unidos por el chantaje de la "certificación" y por usar la lucha contra el narcotráfico como pretexto para una presencia militar gringa en Bolivia, fue lo más destacado. Claro que la defensa de la hoja de coca no la ha inventado Evo. Hay que reconocerle a Jaime Paz el mérito de haber desarrollado hace más de diez años una ofensiva internacional sobre el tema de la despenalización de la coca.
Lo demás fue lo de menos. Un poco de todo, y de todo poco. Evo dijo que él llegó (luego se corrigió y añadió "llegamos") para reparar los daños de 500 años de colonialismo. Además de esta humilde declaración de intenciones, no dijo nada memorable, sino afirmaciones simplistas, como ésta: "Estoy convencido de que es importante importar lo que no producimos y exportar lo que producimos, y eso sí sería una solución al problema económico, al problema de empleo ". Profunda reflexión sobre el comercio internacional. Otra perla: "Los pueblos indígenas queremos vivir bien, no mejor". Entienda quien pueda.
Qué contraste con el discurso de Lula, lleno de información sobre Brasil, o del Presidente de Irán, que abordó de principio a fin el contexto internacional. Obviamente que estos discursos fueron preparados con anticipación lo cual permite usar las palabras precisas y expresar las ideas con claridad ante un foro tan importante. En un momento de su mensaje, refiriéndose al acoso de Estados Unidos por el tema de la energía nuclear, Mahmoud Ahmadinejad, Presidente de Irán, dijo: "Todas nuestras actividades nucleares son transparentes, pacíficas y bajo la mirada de los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica. ¿Por qué entonces hay objeciones a nuestros derechos legalmente reconocidos? ¿Qué gobiernos objetan nuestros derechos? Los gobiernos que se benefician ellos mismos de la energía nuclear. Algunos de ellos han abusado de la energía nuclear con objetivos que no son pacíficos, incluyendo la producción de bombas nucleares, y algunos incluso tienen en su record el haberlas usado en contra de la humanidad". Qué mejor manera de echarles en cara a Estados Unidos, Rusia, Francia, Israel y otros países productores de arsenal nuclear, su enorme hipocresía.
¿No podía nuestro presidente preparar, o por lo menos leer un discurso escrito por sus colaboradores, más político, mejor dirigido a esa asamblea internacional que reúne a los delegados de todos los países de todas las regiones del planeta? ¿No podía aprovechar la oportunidad para posicionar a nuestro país en el concierto internacional? Por lo visto no podía. El Presidente no tiene quien le escriba, y cuando les escriben, hace caso omiso del texto.
Me imagino que Evo vive esa gran soledad de los presidentes a los que sus colaboradores inmediatos y obsecuentes les hacen creer que todo lo que hacen y dicen está muy bien, "brillante señor Presidente". Ojalá tuviera a su lado un amigo, uno solo, que le diga la verdad.
(La publicación se halla en el archivo de www.bolpress.com)
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