NIVEL DE INCOMPETENCIA
Es frecuente que caiga en nuestras manos un texto al que le damos solo un lugar en nuestro archivo. Pueden pasar muchos
años sin que pensemos en su contenido y de repente un día, aparece
oportunamente traído por nuestra memoria. Eso es lo que ha disparado, entre
otras muchas razones, la ausencia de Evo Morales en Cartagena en ocasión de la firma de acuerdo
de paz entre el Estado colombiano y las FARC.
Para tratar el tema con honestidad, hay que reconocer que la presencia del
presidente en la cita, no es algo que a los bolivianos nos quite el sueño,
aunque por supuesto, acostumbrados como estamos que salga volando
(literalmente) cada vez que suena un cohetillo figurón por ahí, fue llamativo
su notoria ausencia. Notoria sobre todo, por sus mismas declaraciones en tono
lastimero y resentido que nosotros tan bien conocemos. Mirar para otro lado y
mandar la conceptuosa nota, hubiera bastado.
El problema es que acá, esa característica humana indispensable que se
llama amor propio, no está en el vocabulario oficialista, más que para casos
donde el concepto no encaja para nada. Existen extraños seres que prefieren
sacarse un pedazo de lengua de un mordisco antes de hacer un plañidero reclamo
ante una situación, que trasladada a la vida común se presenta con cierta
frecuencia. Quien no ha sentido alguna vez una sensación de rechazo o mala
onda, ante la falta de una invitación a la boda de quien se suponía un gran
amigo y a quien jamás se pensaría siquiera dejar de invitar. Pero, las cosas a
veces son así y no da para rasgarse las vestiduras y correr a las redes
sociales a contarle a todo el mundo, lo mala leche que resultó ser el amigo que
lo deja a uno vestido y alborotado.
La incontinencia verbal del Presidente, es indivisible de su personalidad y
cuando los trapitos sucios se lavan en
casa vaya y pasa. Pero esta vez, buscando seguramente que el gobierno
colombiano le dé más importancia al dolor por el golpe bajo a la
autoestima a su amigo Presidente, que a la firma de la paz en sí, nos ruboriza
a todos. Porque las redes sociales sobre todo y algunos presentadores de
noticias de la televisión, se encargaron de especular en la más amplia gama de
razones, que hizo que Evo Morales no estuviera en Cartagena. Desde que Kerry no
quería verlo, hasta el temor que la verborragia presidencial pusiera en un
brete al protocolo colombiano, pasando a versiones más pesadas como la
sobreproducción de cocaína que se está dando en este gobierno. Y aquí una nueva
conclusión. La Cancillería boliviana ha llegado a su nivel de incompetencia.
No es una conclusión muy sesuda de alcanzar. Si la Cancillería desplazó
"un equipo de avanzada" para preparar la llegada del Presidente, hay
algo que claramente no contiene. Si no hay invitación, a nadie se le ocurre
tener un taxi en la puerta, horas en la
peluquería y maquilladora y esperar
hasta el último minuto cuidando no arrugar las galas, a esperar la ansiada
invitación. Tanto la Embajada de Colombia en Bolivia, como su misma
Cancillería, afirma que Evo Morales, si había sido invitado. Esperar, dadas las
circunstancias, una llamada "personal de Santos, para darse por
satisfecho, es una rasgo que, otra vez, los bolivianos sí estamos
acostumbrados. Los niveles de egocentrismo, hacen rebalsar el sentido común. Porque
afirmar que "todos los otros Presidentes" recibieron la llamada personal,
es una sandez.
Acá claramente hubo una situación de incapacidad. Lo que no nos es para
nada ajeno. La facilidad como las relaciones internacionales del país, demuestran
su lado esquizoide, lo vemos por ejemplo, en relación al imperio a quien odiamos
profundamente solo hasta el momento de dar saltitos de felicidad caminando por
la Quinta Avenida haciendo morisquetas y
ojitos a los inversores gringos que no llegan.
Afortunadamente no hay nada nuevo bajo el sol. Y surge Lawrence Peter con su
iluminado Principio referido al nivel de incompetencia. Resume su
pensamiento lo que "en cualquier organización jerarquizada,
todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia". Como
bien apuntó el analista Alberto López, ya Ortega y Gasset (que es una sola
persona y no dos como afirmó Cristina Kirchner)
aproximó la idea antes que Peter, cuando afirmó que: "Todos los
empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han
sido ascendidos hasta volverse incompetentes".
La administración pública boliviana, está en la mira. La falta de méritos y
escasa capacitación, acerca el techo de la aptitud a alturas pigmeas. No hablemos
del techo de lo judicial por que ese nivel sí que ya llegó a lo insólito. Y
cuando se muestran tal cual se los trajo al mundo, la teoría de la
conspiración, toma gran impulso. Es probable que un sombrero no sea suficiente.
Por ahí ha llegado la hora de usar casco antes que su techo los aplaste.
Karen Arauz
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