Si bien el Primer Mandatario es pródigo en atacar a sus interlocutores, nunca —o muy pocas veces— lo ha hecho a sus colaboradores más inmediatos como lo hizo el miércoles en la reunión ampliada de su gabinete.
No es pertinente reproducir textualmente lo que dijo el Presidente para comprender la máxima de la “soledad del poder”, soledad que se convierte en el reino de los áulicos que además de endiosar a quien les otorga poder, inventan historias, enemigos y obras para mantenerlo.
Probablemente temas como la crisis del agua en La Paz, el caso de TAM (cuando ha sido gracias a la información de Los Tiempos que las autoridades se dieron cuenta de que concluyó el plazo otorgado para su transformación en empresa pública), las permanentes denuncias sobre la mala calidad de obras que impulsa su programa Evo Cumple y sobre corrupción, para referirnos exclusivamente al mes de enero, seguramente son los dardos que han perforado el círculo blindado que han creado a su alrededor.
Se trata, en todo caso, de una circunstancia que podría servirle al Presidente para calibrar la importancia de la prensa independiente, que desde hace mucho, a través de información debidamente respaldada y la opinión plural, ha ido dando cuenta de la situación que el Primer Mandatario ha denunciado el miércoles. Es esa misma prensa que sus inmediatos colaboradores han tratado de descalificar en forma permanente calificándola de opositora, de estar al servicio de intereses foráneos, de conformar un cártel de la mentira y otros epítetos, cuando lo que hace es buscar la verdad.
Muchos problemas y desgaste se habría evitado el Presidente del Estado si rompía el cerco de sus colaboradores inmediatos.
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