DEPORTE EXTREMO
Acostumbrados como estamos a un nivel de novedades nada estimulantes, cada
día nuestra autoestima disminuye. Ya no sabemos si somos, nos hacemos, nos
creen o qué, pero es muy difícil a estas alturas, ignorar una realidad que no
hay como seguir ocultando. En un arranque de lucidez se debe llegar a la
conclusión que estamos, todos, siendo utilizados de la manera más alevosa.
El gran y supremo objetivo, es llegar a como dé lugar a que Evo Morales y
cía., tercien en las elecciones de 2019. El resto no importa. Pero
literalmente, no importa nada más. En
ese cometido, nos vemos todos, arrastrados con la fuerza de un imán gigante, y
por ello, no hay nada que se haga, se pueda hacer u ocurra en este país, que
esté lejos del objetivo. De "su" objetivo. Somos una ciudadanía que
sin querer, y lo que es peor, sin concientizar nos hemos convertido en
instrumentos tal como cuerdas de titiritero. Y ahí vamos todos, dócilmente, resignadamente,
a formar parte de la gran movida.
Los hay que afirman que ni así, Evo Morales podría ser electo una cuarta
vez. Porque supongamos, solo suposición, que hubiera alguna posibilidad de
llegar como candidato al 2019, no ganaría esa elección, ni con el concurso de
su más celestino tribunal electoral a riesgo de repetir la hazaña de Juan Pereda
en 1978 que le tiró más del 110% en una de las páginas más tragicómicas de
nuestros ensayos democráticos. Pero ni así. A estas alturas es muy difícil que
ni con padrón electoral amañado y
maniobras envolventes bien aprendidas de Venezuela, la aceptación de la
ciudadanía pueda pasar por alto, lo que tan claramente y a casi dos años y
medio ya es una convicción. Pretendemos que estamos seducidos por la monumental
propaganda gubernamental y que somos un grupo humano con los cráneos trepanados.
Pero llegado el momento de la verdad, se acabará la pantomima.
Se repite hasta el cansancio que la suerte de Evo Morales está echada. Ya
se dijo no, y por más fuegos fatuos de un supuesto pueblo que clama por el
"único e irremplazable" candidato, el resultado no varía, sigue
siendo no. El día 21 de marzo, equinoccio de primavera, era la fecha tope para
que Bolivia presente su último alegato escrito ante La Haya para que Chile lo
retruque en el también equinoccio pero de otoño, para dar luego paso a la fase
oral del proceso. A la presentación de los alegatos de este 21 de marzo, el
gobierno hizo acompañar con una "espontánea" demostración, la
indeclinable voluntad de Bolivia de volver a las costas del Pacífico.
No sólo tuvieron la genial idea de la que ni nos dimos cuenta, de llamar a
la multitudinaria demostración, la "ola azul". Si no queremos hilar
fino está bien. Marea azul, porque azul es el mar cautivo. Aunque en el
subconsciente de todos, se asemejaba demasiado a una más de las cientos de
concentraciones masistas en esta década fiestera. Pero no contentos con esto,
cometen la torpeza de decorar el dramático escenario, exclusivamente con los
colores de la whipala, que a una inmensa mayoría ni le va ni le viene,
olvidando que el sentimiento de todos está nomas en el rojo, amarillo y verde.
O sea, se pretende usar el sentimiento nacional por el mar inculcado desde la
escuela, pero dejando de lado detalles importantes que ni para un partido de la
selección se pretendería.
Las cosas con Chile están descarriladas. Es una competencia de quien tiene
la ocurrencia ofensiva más estridente. Alzar la voz al eventual interlocutor,
se ha convertido en un deporte extremo. Es incomprensible que aún sabiendo que
lo más probable es que terminen yendo al baile juntos, ambos se esmeren tanto
en sacarse mutuamente la mostaza y dándose los más perversos pisotones. Solo por ver en qué termina esto, si fuera
uno de los jueces de Tribunal de La Haya, ya nomás decretaría la obligación de
dialogar. Al paso que vamos, con ninguna buena fe y menos con ganas, Chile y
Bolivia dejarán de mostrarse los dientes. Cómo lo encaren los chilenos es su
asunto. Pero como hará Bolivia para llegar al diálogo más o menos enteros, sí
es de la incumbencia de todos. Porque estamos poniéndole el hombro al tema
hasta casi sacarnos la piel.
Las cosas han llegado a extremos. Juez chilena, decreta cárcel preventiva
para los dos efectivos militares y los siete aduaneros bolivianos
detenidos. Es de suponer que Chile tiene
pruebas contundentes de que la detención fue en territorio chileno. La
posibilidad del secuestro en territorio boliviano, abre una gran interrogante. Muy alarmante que
la situación se tenga que tensionar al límite. Parece que ha llegado el momento
de convocar a los diplomáticos de carrera bolivianos que pongan paños fríos. Es momento de exigir reflexión y recalcular
las cosas. Las próximas horas son de extrema delicadeza. Una pausa a las
veleidades prorroguistas, delirios de inmortalidad y otras alucinaciones deben dar paso a pensar primero, segundo y
tercero solo en lo que es importante para el país.
Karen Arauz
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