imperdible texto de Luis Christian Rivas de marzo pasado que reproducimos...
SI ME EMBORRACHO ES CON MI PLATA
Para fines del presente trabajo denominaré como “obras joda”, a todas las obras públicas que realiza el Gobierno con fines de diversión, entretenimiento y esparcimiento, con el objetivo de adormecer a las masas sobre el reconocimiento de problemas profundos y reales para crear un ambiente de felicidad efímera y pasajera que aminora el estado de frustración que la pobreza en general produce, tal como los efectos de la coca cubren momentáneamente los malestares del hambre y el sueño. Entonces, estas obras producen un estado de euforia que precede a la depresión, por eso es necesario crear muchos y diversos espectáculos, preferiblemente que incluyan música y fútbol, ¿Para qué serviría construir bibliotecas, museos, laboratorios científicos y tecnológicos, si esos lugares no son de preferencia del electorado? Recordarán mis amables lectores, que las anteriores semanas insistí en la inutilidad del coliseo que pretenden construir los Kjarkas en sus terrenos con nuestra plata, ése es un ejemplo de “obra joda”.
Advertimos que no estamos en contra de la diversión en sí, quienes me conocen saben cómo disfruto de los placeres de la vida; sino, estamos en contra de cómo se vienen manejando nuestros recursos para pagar el “pan y circo” del Gobierno, por algo reza el sabio adagio popular que viene de la canción “soy soltero”: “Que les importa si me alegro, si me emborracho es con mi plata”.
Existen obras necesarias, por ejemplo, sabemos que los hospitales colapsan, los calvarios que pasan los enfermos en infectología, o que carecemos de centros hemato-oncológicos, etc.
Pero con el dinero de los contribuyentes tenemos: ridículas marchas militares, trajes imperiales costosos, transporte pagado de movimientos sociales nacionales y extranjeros, costosas transmisiones en vivo de aburridos discursos, partiditos de fútbol de desconocidos con rodillazos incluidos, la competencia Dakar, entrega de obras insignificantes, visitas pagadas de políticos y vedettes intelectuales, cierres de campaña, etcétera, todas estas representaciones teatrales en coliseos, estadios y tarimas en todo el país, casi todos los días, financiadas por ciudadanos de clase media que por trabajar no pueden asistir a estas fiestas, pero los que disfrutan cantan: “la,la,la, si me emborracho es con tu plata”.
Se obedece al que gobierna. Como no pudieron vencer un proceso ante un juez, ni menos trasladar el proyecto al Chapare, hace poco fue aprobada en el servil senado una ley de expropiación de un inmueble para la construcción de un estadio en Cochabamba, con el funesto precedente de violarse la propiedad privada con el pago de valor catastral (gallina muerta) en vez del pago justo en valor comercial del inmueble, violándose la propiedad privada y el principio de proporcionalidad de la indemnización, ¡pero a quién le importa eso! ¡La alegría es la que manda palomitay!
Los políticos payasos nos distraen con la habilidad del tero, aquella ave que en el Martín Fierro de José Hernández se describe de la siguiente manera: “... los teros,/ para esconder sus niditos/ en un lao pegan los gritos/ y en otro ponen los huevos...”. Estrategia envolvente de manipulación y distracción, millones de bolivianos ven por sus televisores como mueve sus caderas el vicepresidente, mientras olvidan problemas y casos de corrupción que en otras circunstancias sería motivo de derrocamiento.
Mientras los jóvenes se convocan en las redes sociales para marchar porque les quitaron “Los Simpsons”; no son capaces de defender la democracia, ni la libertad cuando es pisoteada por el Gobierno.
Sin hospitales, ni médicos, sin carreteras, ni puentes; pero eso sí; con “obras joda”, los alegres bolivianos al son de la matraca cantan: ¡en esta banda, en la otra banda, la alegría es la que manda palomitay!
El autor es vicepresidente del Instituto Libertad,
Democracia y Empresa.
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