La era del terrorismo
Las acciones terroristas -por definición- tienen el objetivo de provocar pánico entre la población normal por parte de algunos sectores descontentos con el status quo y que han optado por la violencia para tratar de imponer sus ideas. A los terroristas se los puede rastrear en retrospectiva y en los últimos años han tomado vigencia plena, en paralelo con una lamentable continuidad.
Si tuviéramos que fijar una fecha de inicio para la nueva era terrorista, coincidiremos en que ella comenzó el 11 de septiembre de 2001. Ese fatídico día se produjeron crueles atentados en EEUU que ocasionaron miles de muertes inocentes. A partir de ese momento comenzó una especie de tercera guerra mundial no declarada pero que sí ha sido peleada en firme y en diversos terrenos por varios países, particularmente Estados Unidos, algunos países europeos e inclusive la Federación Rusa.
En su momento y como es sabido, la lucha se dirigió hacia los extremismos causantes de los actos terroristas del 2001, particularmente en esa época el grupo Al Qaeda. Disminuida esta guerrilla extremista con la muerte de su líder Osama Bin Laden, surgieron nuevas organizaciones no menos temibles.
En estos recientes años se ha manifestado con fuerza el “yihadismo”, el llamado a la “Guerra Santa” de los fanáticos musulmanes. Tal cosa derivó en el tenebroso “Estado Islámico de Siria e Iraq”, más conocido como ISIS por su acrónimo en inglés. Este ente pretendió formar un califato en el Medio Oriente; sus actuales reveses militares han reducido esas ambiciones pero aún sigue operando en la región y mantiene células esparcidas por doquier. En menor escala y en otras latitudes han surgido grupos terroristas. En África se tiene al Boko Haram, en América Latina fueron tristemente famosos Sendero Luminoso y las guerrillas colombianas, el primero aniquilado y estas últimas hoy en disolución luego de los acuerdos de paz.
Esta terrible era del terror prosigue implacable; ahora se centra casi exclusivamente en el fanatismo de extremistas musulmanes. Para colmo, las células terroristas ya no operan en grupos; han adoptado la técnica del “lobo solitario”. El jefe de cada célula manda una orden a “x” número de adeptos y estos cometen atrocidades, como lo sucedido últimamente en Barcelona.
Nada podemos predecir, nada podemos adelantar, pero sí podemos afirmar -con triste certeza- que la era del terrorismo continuará y será cada vez más cruel. Así está el mundo en que vivimos, al estar terminándose la segunda década del tercer milenio.
Si tuviéramos que fijar una fecha de inicio para la nueva era terrorista, coincidiremos en que ella comenzó el 11 de septiembre de 2001. Ese fatídico día se produjeron crueles atentados en EEUU que ocasionaron miles de muertes inocentes. A partir de ese momento comenzó una especie de tercera guerra mundial no declarada pero que sí ha sido peleada en firme y en diversos terrenos por varios países, particularmente Estados Unidos, algunos países europeos e inclusive la Federación Rusa.
En su momento y como es sabido, la lucha se dirigió hacia los extremismos causantes de los actos terroristas del 2001, particularmente en esa época el grupo Al Qaeda. Disminuida esta guerrilla extremista con la muerte de su líder Osama Bin Laden, surgieron nuevas organizaciones no menos temibles.
En estos recientes años se ha manifestado con fuerza el “yihadismo”, el llamado a la “Guerra Santa” de los fanáticos musulmanes. Tal cosa derivó en el tenebroso “Estado Islámico de Siria e Iraq”, más conocido como ISIS por su acrónimo en inglés. Este ente pretendió formar un califato en el Medio Oriente; sus actuales reveses militares han reducido esas ambiciones pero aún sigue operando en la región y mantiene células esparcidas por doquier. En menor escala y en otras latitudes han surgido grupos terroristas. En África se tiene al Boko Haram, en América Latina fueron tristemente famosos Sendero Luminoso y las guerrillas colombianas, el primero aniquilado y estas últimas hoy en disolución luego de los acuerdos de paz.
Esta terrible era del terror prosigue implacable; ahora se centra casi exclusivamente en el fanatismo de extremistas musulmanes. Para colmo, las células terroristas ya no operan en grupos; han adoptado la técnica del “lobo solitario”. El jefe de cada célula manda una orden a “x” número de adeptos y estos cometen atrocidades, como lo sucedido últimamente en Barcelona.
Nada podemos predecir, nada podemos adelantar, pero sí podemos afirmar -con triste certeza- que la era del terrorismo continuará y será cada vez más cruel. Así está el mundo en que vivimos, al estar terminándose la segunda década del tercer milenio.
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