Relaciones con Estados Unidos
La retórica antiimperialista del Gobierno del presidente Evo Morales ha llevado al recurrente recurso de culpar a Estados Unidos de todos los males. No ha sido la excepción en el caso del conflicto desatado en la localidad de Achacachi, donde un movimiento cívico presiona por la salida de un alcalde masista acusado de corrupción.
Sin aportar más pruebas que una fotografía del encargado de negocios de la embajada estadounidense, Peter Brennan, vistiendo un poncho rojo junto al alcalde de Ancoraimes, Zenón Ramos, el ministro de la Presidencia, René Martínez, denunció una acción conspirativa de diplomáticos y opositores que estarían detrás de las manifestaciones con bloqueos desatadas en el altiplano paceño.
No es la primera vez que el Ejecutivo se estrella contra la delegación estadounidense. Lo hizo antes cuando Brennan manifestó su esperanza de que Bolivia no caiga en los estragos políticos de la Venezuela de Nicolás Maduro, donde el atropello a las instituciones democráticas y los derechos humanos han llevado a diversos líderes políticos mundiales a señalar que en Caracas ya gobierna una dictadura. Evo Morales fue una de las pocas voces disonantes que salieron en defensa de Maduro con el argumento de que era víctima de una “acción imperialista” por parte de Washington.
Entre las consecuencias que se puede esperar por el uso y abuso de esta retórica antiestadounidense está el creciente aislamiento de Bolivia en el escenario internacional. Los países del Mercosur y de la Unión Europea han expresado con claridad su defensa de la democracia y los derechos humanos en una Venezuela asolada por el conflicto social y el autoritarismo.
Una visión ideologizada de las relaciones con Estados Unidos contrasta con el significativo y creciente intercambio comercial que Bolivia mantiene con el país del norte. Un informe publicado en julio por el suplemento Séptimo Día de este diario revela que las exportaciones a Estados Unidos crecieron en 193% en los últimos 10 años y cada vez se importa más productos del mercado estadounidense.
¿Qué tipo de relación queremos con Estados Unidos? ¿Realmente el Gobierno cree que estas críticas y acusaciones le hacen mella a la potencia del norte? Más que ideología y poses políticas, el país requiere una política exterior más pragmática que nos permita acceder a mercados para nuestros productos y generen puestos de trabajo productivos. Lo demás, son solo fuegos de artificio sin ningún beneficio para los bolivianos.
Sin aportar más pruebas que una fotografía del encargado de negocios de la embajada estadounidense, Peter Brennan, vistiendo un poncho rojo junto al alcalde de Ancoraimes, Zenón Ramos, el ministro de la Presidencia, René Martínez, denunció una acción conspirativa de diplomáticos y opositores que estarían detrás de las manifestaciones con bloqueos desatadas en el altiplano paceño.
No es la primera vez que el Ejecutivo se estrella contra la delegación estadounidense. Lo hizo antes cuando Brennan manifestó su esperanza de que Bolivia no caiga en los estragos políticos de la Venezuela de Nicolás Maduro, donde el atropello a las instituciones democráticas y los derechos humanos han llevado a diversos líderes políticos mundiales a señalar que en Caracas ya gobierna una dictadura. Evo Morales fue una de las pocas voces disonantes que salieron en defensa de Maduro con el argumento de que era víctima de una “acción imperialista” por parte de Washington.
Entre las consecuencias que se puede esperar por el uso y abuso de esta retórica antiestadounidense está el creciente aislamiento de Bolivia en el escenario internacional. Los países del Mercosur y de la Unión Europea han expresado con claridad su defensa de la democracia y los derechos humanos en una Venezuela asolada por el conflicto social y el autoritarismo.
Una visión ideologizada de las relaciones con Estados Unidos contrasta con el significativo y creciente intercambio comercial que Bolivia mantiene con el país del norte. Un informe publicado en julio por el suplemento Séptimo Día de este diario revela que las exportaciones a Estados Unidos crecieron en 193% en los últimos 10 años y cada vez se importa más productos del mercado estadounidense.
¿Qué tipo de relación queremos con Estados Unidos? ¿Realmente el Gobierno cree que estas críticas y acusaciones le hacen mella a la potencia del norte? Más que ideología y poses políticas, el país requiere una política exterior más pragmática que nos permita acceder a mercados para nuestros productos y generen puestos de trabajo productivos. Lo demás, son solo fuegos de artificio sin ningún beneficio para los bolivianos.
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