Manual para administrar desastres
Mauricio Aira
Suecia tiene una alta especialidad en la administración de los desastres naturales y humanitarios quizá por ello su experiencia debería ser aprovechada ahora que un nuevo cataclismo natural se ha desencadenado contra la población suburbana de la urbe paceña.
Con el fin de prevenir las grandes estafas que se dan luego de los desastres y llegada la hora de administrar los recursos destinados a paliar las necesidades de nuestros semejantes agobiados por el dolor, en este caso por la pérdida material de sus hogares, el don preciado de todas las familias, se estima un total de 1200 familias en todo el país, es imprescindible observar algunas reglas simples.
Encomendar la administración de la ayuda a una Institución seria como la Iglesia, la Cruz Roja Internacional, algún organismo de NNUU especializado en el tema. De ninguna manera a personas particulares, menos aún a las autoridades que son transitorias. Recordar el caso de Mizque y Aiquile de triste memoria y del avión comprado con los recursos de las ayudas a un sobreprecio inaceptable. (el avión permanece en algún olvidado rincón como chatarra y los culpables en su mayoría disfrutando de buena salud) Encomendar la administración de las ayudas a Institución colegiada que deberá llevar libros de cuentas como una empresa bien organizada.
El siguiente paso consiste en centralizar en una sola cuenta bancaria las aportaciones económicas, lo que permitirá un manejo relativamente fácil para los depósitos y de varias firmas para las transferencias con que hacer frente a los gastos del desastre. En cuanto a los medios materiales es algo más difícil de controlar, aunque existen organizaciones de carácter religioso humanitario como Caritas, Segunda Mano, Las abejas, Emaús, Federación Luterana, etc., que de manera permanente, quiere decir los 365 días al año recolectan, reparan (lavan o costuran) los objetos aportados y los almacenan para facilitar su distribución. Su experiencia práctica y administrativa podría ser muy valiosa. Las agencias para el desarrollo (USAID de EEUU, SIDA de los países escandinavos, La Media Luna de los países árabes) son organismos competentes, con personal idóneo y que existen en Bolivia lo que haría mucho más fácil pedir y obtener su asistencia oficial.
Las autoridades de la gobernación y las municipalidades y las eclesiales sin pérdida de tiempo deberían coordinar y ordenar la hoy alocada y caótica recolección y distribución de ropa, medicamentos, alimentos, vituallas. No olvidar que estos organismos que nombramos han actuado en Haití, en Indonesia, en Chile, en los lugares donde han ocurrido las tragedias colectivas. Importante también centralizar la información y en ello Bolivia cuenta con grandes centros de reconocida experiencia como las redes Fides, Erbol, y lo que resultó de ASBORA (para las emisoras comerciales) En algún otro momento histórico instituciones benéficas como Rotary International, o los clubes de Leones y de Cámara Junior cumplieron a cabalidad, todo por la vía del trabajo voluntario que resulta el más efectivo. Funcionarios asalariados solo para el control de recursos contables o para los servicios de recolección, almacenamiento, distribución (transporte de los sitios de acopio a los de entrega) La Universidad San Andrés y la de El Alto, podría poner a trabajar a sus jóvenes en la inventariación del desastre y la planificación de reubicación de los “sin casa”.
Por lo demás nos llena de admiración profunda la prontitud y diligencia con que todo el pueblo de Bolivia respondió al llamado de solidaridad y apoyo a nuestros hermanos víctimas del desastre.
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