Durante más de cuatro años condujo el proceso judicial más insólito de la historia del país y jamás se ganó ni siquiera un jalón de orejas de las autoridades que supuestamente debían vigilar su conducta para evitar excesos. El mayor Fabricio Ormachea tuvo una conducta llena de tachones, pese a ello fue premiado con altos cargos dentro de la administración estatal y le dieron nada menos que la función de combatir la corrupción dentro de la Policía, donde según algunas evidencias, tenía poder para ir y venir, husmear y vigilar a los señalados por el régimen.
Cuando hizo las terribles confesiones que fueron registradas por el FBI en Estados Unidos, Ormachea todavía seguía ejerciendo como operador del control político estatal y lo que dijo... o más bien "vomitó" lo hizo sin que medie tortura ni presión, simplemente porque el hombre tenía la lengua tan suelta como las ganas de robar. Pero justo ahora que se conoce y se divulga todo, Ormachea "carece de autoridad" para hacerlo y es descalificado por quienes antes lo patrocinaron. (El Penoco)
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