Todo indica que las estrategias del MAS para repostular a Evo Morales no escatimarán límite. El congreso de ese partido ya propuso cuatro alternativas, todas en desconocimiento absoluto de la soberanía popular expresada el 21-F e inconstitucionales de principio a fin. La consigna de hacer presidente a Morales y en lo posible facilitar su relección indefinida marcará el curso de los enfrentamientos que esta tórrida posición oficialista prefigura. Si se tratara de un mandatario que cuenta con el apoyo mayoritario del pueblo, las cosas se facilitarían sustancialmente, este, empero, no es el caso. Los resultados del referéndum de febrero dejaron en evidencia que el prorroguismo masista es una opción ampliamente rechazada.
El MAS no ha entendido que el problema anida en las profundidades de la sociedad boliviana que es, más allá de cualquier diferencia social, económica, étnica o política; democrática. La democracia boliviana no llegó en calidad de producto enlatado, emerge de su propia historia. Todas las grandes batallas desde la Guerra de Independencia hasta nuestros días se hicieron en nombre de la libertad, la democracia y la convivencia bajo el signo de la ley. Ya para inicios del siglo XX -por ejemplo- los campesinos sublevados de Chayanta (una de las mayores sublevaciones campesinas en el periodo republicano) optaron por el ejercicio de la ley y la vigencia de los dispositivos democráticos.
Los alzados de entonces le ganaron al poder señorial de los liberales y los conservadores haciendo uso de los recursos que la democracia decimonónica les ofrecía; desde el llano les ganaron el juicio. Esta referencia histórica viene al caso para remarcar que aun en las estructuras indígenas y campesinas que el régimen cree controlar en beneficio propio, la defensa de la democracia marca el curso de su desarrollo. Toda la dramática historia del movimiento campesino en Bolivia es democrática. A esto se suma que el Gobierno se equivoca si cree que satanizando a todo el que piensa diferente ha de ganar una batalla al margen de la ley, eso no va a pasar.
Campesinos, mestizos, burgueses, y hasta el lumpen solo saben moverse en el concierto de la democracia, fuera de ella todo es dictadura, y este pueblo sí sabe combatir dictadores. En su afán por perpetuarse y desplegar un proyecto político que ya fracasó llevará el país a niveles de polarización que tampoco le garantizan nada. La jugada política en la que ciegamente se ha embarcado, puede, con un costo social muy alto, ser su propia tumba.
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