No en vano la prensa nacional ocupa el primer lugar en el cuadro de valoraciones del pueblo boliviano. Así lo acreditan en forma reiterativa diversas y periódicas encuestas sobre el tema.
La opinión pública le asigna mayor credibilidad a cuantos desde los medios informan a la gente sobre lo que pasa en el país y no a los políticos. Casi siempre la Iglesia católica comparte con los medios de comunicación social muy parecido grado de aceptación.
¿A qué se debe que una mayoría de la población boliviana halague de tal modo a la prensa y sus operadores? Al respecto, en primer lugar, debe mencionarse el talante totalmente democrático que nuestros medios dejan impreso en los procesos de información y formación de opinión pública. Así lo comprobaría cualquier institución especializada del exterior que viniera al país a revisar al revés y través los contenidos de las páginas de los diarios y programas informativos de los canales de televisión. Salvando uno que otro gazapo, algo que comúnmente ocurre en cualquier medio, por prestigioso y serio que fuese, nuestros periódicos, canales de televisión y emisoras radiales, hacen su trabajo con ostensible imparcialidad, sin discriminaciones o parcializaciones odiosas. Sus páginas de opinión están abiertas a todas las corrientes políticas. En estos espacios aparecen columnistas que están en contra del Gobierno y otros que le apoyan. Así, en forma cotidiana, los diarios demuestran su vocación por ese pluralismo ideológico y político que caracteriza a toda verdadera democracia.
Es que a diferencia de lo que acontece en naciones altamente desarrolladas, donde el poder económico se concentra en reducidos sectores, en el nuestro, los medios de comunicación no pertenecen a grandes corporaciones empresariales ligadas a determinadas corrientes ideológicas y políticas. Sus relaciones de propiedad no van más allá de lo familiar o de una mediana o pequeña estructura empresarial. Carecen de intereses que les empuje a favorecer específicamente a alguien con la información y la opinión, circunstancia que explica la imparcialidad y pluralismo con las que hacen su labor.
¿Racismo? Que uno u otro comunicador incurra en descontroles retóricos contra gente del Gobierno, en medio de palabrotas alusivas a pertenencia racial, entraña un hecho aislado y, por lo mismo, totalmente carente de efecto generalizador de aquel marbete a toda la prensa nacional. Ésta, actualmente, no se opone a la Ley de Lucha contra el Racismo ni la Discriminación promulgada recientemente por el Gobierno. Sólo quiere que se elimine de ella esa cuchilla cercenadora de la libertad de expresión que representan dos artículos de la norma . Y nada más…
Todo lo referido al comienzo de la presente nota configura las claves del vigor de una prensa boliviana que el pueblo apoya en un elevado porcentaje. Así lo demuestra el enorme respaldo popular a la lucha de los periodistas cruceños contra los citados artículos mordaza y la que por su lado, por el mismo motivo, llevan adelante las organizaciones de la prensa en todas las regiones del país. En tanto, el Gobierno, sin poder disimular su enfado, agota todos sus esfuerzos buscando desacreditar o restarle impacto a una legítima protesta social que se ha extendido como un reguero en el territorio nacional e inclusive ha trascendido con formidable impacto las fronteras nacionales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario