Cuando el fundamentalismo se instala en el Poder, ninguna otra razón que no sea aquella considerada como "la verdad", puede ser escuchada y menos aceptada. En Bolivia se vive la hora del fundamentalismo aymara. Entre las muchas creencias que este fundamentalismo destila, está aquella de que los aymaras no son flojos, no son mentirosos y ni son ladrones. Por eso se consideran superiores a quienes tienen esos defectos.
Yo creo que a nadie se le ocurriría poner un letrero de “No Fumar” en un medio donde nadie fuma. No es necesario. Pero sí sucede lo contrario. Es importante colocar el aviso. Pasa lo mismo con eso de no ser flojo, mentiroso ni ladrón. Había que recordarles a los aymaras que no sean así, porque son así.
Tales defectos los puede tener cualquier sociedad o raza. La Biblia que es una historia relatada sobre la naturaleza humana, demuestra que el vicio y el pecado son inherentes a la condición humana. Vencerlos es la lucha eterna del bien con el mal. En la medida en que una persona o una sociedad, por su nivel de educación y formación superan los vicios y el pecado, pueden ir dejando de poner avisos que prohíben, porque no los necesitan.
Lo que ha pasado con la conducta de Félix Patzi, ha sido manejado en un contexto político. No por la oposición sino por el propio Gobierno. Es la cúpula al mando del Japu Mallku Evo Morales, que consideró que ha Patzi había que pedirle la renuncia y quitarle el permiso para manejar por borrachín. Y es el señor del ceremonial aymara en la Cancillería de la República el encargado de decirle que además de flojo y ladrón es mentiroso. Flojo porque estaba bebiendo en vez de trabajar en su candidatura, ladrón porque ahora lo acusan de tener “asuntos pendientes en la Prefectura” cuando era Secretario General y mentiroso porque no se murió ninguna “Prima”.
Pero para sorpresa del Japu Mallku, “las bases” esa “conciencia del pueblo” le niega autoridad para castigar al aymara Patzi, deciden aplicar “su justicia” y hacerle trabajar mil adobes, con lo cual, cumplida la tarea debe ser restituido como candidato a Gobernador. Todo esto por unas copas demás, porque al señor Sacha Llorenti se le dio por aplicar sanciones irracionales a infracciones consideradas menores en el Código Penal, en vigencia, con el solo afán de mostrarse ante el Japu Mallku más aymara que él mismo. Más papista que el Papa, se dice a veces, y un Ministro de Gobierno mejor que el anterior.
El resultado que ha ocasionado el Ministro ha sido desastroso, para el Japu Mallku, para el partido y para la imagen del Gobierno. Todo esto sin considerar el paro del transporte ante la irracionalidad de un Decreto que para matar a la mosca usa un cañón.
Fruto del fundamentalismo también es la ley contra la corrupción y el copamiento del Poder Judicial con el pretexto de la transición y el número de casos pendientes. Para que se vea como es cierta la necesidad de la ley contra la corrupción se desempolvan Ministerios del pasado y se busca al blanco más bonito, de nombre Guido y de apellido Nayar, que fue Ministro de Hugo Banzer, icono de la derecha dura en el país. Con este “caso” se demuestra el uso que se pretende dar a dicha ley.
El Japu Mallku sabe que estas leyes fundamentalistas no podrán ser aplicadas sino tiene a los jueces, fiscales, Ministros y Tribunos comiendo de su mano. Y anuncia su control con una ley inconstitucional que lo faculta para eso, al mejor estilo de los gobiernos pasados manejados por los caudillos bárbaros.
Finalmente, el control del Poder Judicial, deberá servir para que se apliquen esas leyes inconstitucionales, sirviendo de ejemplo el pobre Patzi, que parece ser usado como ejemplo adelantado, para advertir, que después de él, vendrán los qharas reclamados por Felipe Quispe. A quienes tenerles compasión será considerado una afrenta a los dioses que coronaron a Evo Morales.
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